Capítulo 50

Luka.

La celda en la que estaba encerrado era minúscula y oscura. Las paredes olían a humedad, tuve que reprimir algunas veces las ganas de morir. Lo de morir sin luchar no era lo mío, me asqueaban esas cuatro paredes que veía a cada hora.

Sabía porque estaba allí, y ella iba a venir en cualquier momento.

Las muñecas las tenía en carne viva, tal como mi espalda que estaba en peores condiciones. Las heridas seguramente se iban a infectar, metiéndome en el cuerpo una fiebre de miedo, ¿que si me lo merecía? Tal vez un poquito.

Afuera se escuchaba murmullos, eso me lo confirmó. El padre de Bianca era un puto corrupto de mierda, hacía tratos con los rusos, en cambio para la DEA era un agente excelente que luchaba porque la Bratvá n

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