Bianca.
De nuevo encerrada, pero ahora mi situación era mucho peor. Elijah Miller estaba mirándome mientras me cepillaba los dientes con mis propios dedos. Haría todo lo que fuera necesario para salir de allí, antes de que me mataran. Él no había cambiado, seguía siendo el mismo mentiroso de antes. Lo repudiaba. Era un asco de persona.
Y me había vendido a Don de una forma rastrera. Yo no había hecho nada. Yo ni siquiera sabía que seguía vivo. Debía tener un plan en lo más profundo de su mente y lo descubriría a como diera lugar.
—¿Quieres preguntarme algo? —dijo él tumbado en el camastro con unos ojos perdidos.