Antonio
Nada más terminar el almuerzo, incluso antes de que sirvan el postre, me levanto de la mesa y empiezo a hablar, anticipando cualquier reprimenda de mis hijas.
Por bondad divina!!
Nunca volveré a compartir información con estos pequeños.
— Chicos, necesito compartir algo con ustedes. Jasmine, únete a nosotros ya que esto también es parte de lo que tengo que decir.
Abre mucho sus maravillosos ojos, al igual que mi madre, que parece no entender absolutamente nada, o tal vez lo entiende perfectamente.
— Papi, vamos, queremos jugar con Caio — dice Isabelly, haciendo sonreír a todos.
— Hija, cálmate, papá hablará pronto…
Prometo que estoy tan ansioso como un joven a punto de proponerle matrimonio a la familia de su amada.
Respira hondo y vamos, Anthony, ya tienes treinta y tantos. Por amor a todo lo santo, ya no hay joven que esté tan ansioso.
—¡Por favor, papi, apúrate y habla! — ahora es el turno de Mikaelly de preguntar. — Es sorprendente cómo mis hijas pueden ponerme aún más ans