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Salieron del salón del trono.
Paser se acercó a Nefertari. —Mi hija… te he fallado. Te he fallado como padre. Te he fallado como hombre. Pero ahora… estoy orgulloso. Estoy orgulloso de la mujer que te has convertido.
—No me has fallado, padre —dijo Nefertari—. Hacías lo que creías correcto. Pero no habías visto mi verdadera vida. La vida que realmente quería. Ahmose me ha dado esa vida. Y esa vida… me ha dado el amor. Y el amor me ha dado la libertad.
Ahmose y Nefertari, tomados de la mano, salieron del palacio. Se dirigieron a su nuevo hogar. El palacio era grande y majestuoso. Pero sus corazones seguían en la cabaña de adobe y paja. Seguían en el pueblo donde habían sido libres. Donde habían sido ellos mismos. Donde habían sido felices. Y su amor, un amor que había sobrevivido a la traición, a la guerra, a la muerte, a la desesperación, se convirtió en el corazón de la libertad. El corazón del Nilo.
Un día, volvieron al pueblo, para una visita de reconstrucción.
El pueblo ahora e