Capítulo cuarenta y tres
Despierto gracias a un gran peso sobre mi mano y abro los ojos poco a poco para acostumbrarme a la luz.
Mi cuerpo se siente molido, pero la sensación agradable de las sábanas suaves donde estoy me reconforta.
Bajo la vista a la persona dormida sobre mí y sonrío viendo la perfección en su máximo esplendor. Cabello revuelto, pestañas largas, nariz perfilada, labios semi-abiertos, mandíbula marcada y sobre todo esa piel de porcelana algo bronceada.
—Que guapo eres —niego y Elián intenta disimular su sonrisa y fingir que sigue dormido, —te quiero —digo rápidamente y en cuestión de cero coma lo tengo totalmente despierto mirándome fijamente.
Escondo lo sonrisa y desvío la vista a otro lado. —¿Qué dijiste? —cu