23 - No escuches lo que dicen.
Julián se dejó caer en la silla frente a su escritorio, sin perder la sonrisa.
— Me he mudado a la ciudad, finalmente ya no vendré solo para as reuniones importantes — dijo con aire despreocupado —. Y, por ende, vengo a alegrarte el día, como siempre.
Alejandro rodó los ojos y masculló algo ininteligible.
— No necesito que me alegres el día. Tengo mucho trabajo.
Julián, ignorando por completo la reacción de su amigo, sacó una carpeta de su bolso y la dejó sobre el escritorio de Alejandro.
— Creo que esto puede interesarte.
Alejandro frunció el ceño, mirando la carpeta con desconfianza.
— ¿Qué es esto?
Julián esbozó una sonrisa traviesa, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, se reclinó en la silla, disfrutando del suspenso.
— Te lo diré solo si me invitas a cenar.
Alejandro bufó, exasperado.
— Vete a la mierda, Julián. — dijo, apartando la carpeta con un gesto brusco.
Julián soltó una carcajada, claramente disfrutando de la reacción de su amigo.
— Está bien, está bien — dijo