Un Hombre Condenado

Estaba llorando, su cara pintaba roja y su frente sudaba como maratonista en competición, golpeaba el tronco de los árboles tan fuerte como sus manos podían soportarlo al igual que un luchador entrenando con un saco de boxeo. James estaba completamente destruido por dentro y tenía tantos pensamientos lamentables que sería fácil creer que en algún momento se volvería loco de tanto que su cerebro se retorcía a especie de trauma, pero no, lo que estaba pasando era simplemente la forma en que drenaba la ira y enojo que siempre tuvo y por la cual estaba siendo encadenado a su maldición.

James era un buen hombre, siempre estuvo centrado en trabajar y mantener a su familia cómoda en casa. Además, era atlético, detallista, carismático y siempre quería que todo estuviese bien, sin embargo, no podía ser perfecto y tenía un detalle bastante alarmante.

James, desde que era niño tendía a sufrir de un temperamento difícil de manejar y podía volverse un tanto intolerante cuando algo le molestaba, lo cual en ocasiones podía hacerlo enfurecer provocando que reaccionara frecuentemente de manera agresiva y buscara una alternativa de sacar ese enojo que le hacía hervir la sangre del cuerpo, por ejemplo, los golpes a los troncos que en ese momento magullaban sus puños. Se encendía rápidamente cuando algo burlaba su paciencia con lo que podríamos decir que molestarse en cuestión de segundos era su defecto como humano, pero ahora no solo eso, sino que también tenía que lidiar con el segundo nivel de su condición… Estar molesto permanentemente consigo mismo, ¿Por qué?

 Había cometido el peor crimen que se podía imaginar en su vida, algo atroz, algo que solo podía llegar a perpetrar únicamente un genuino psicópata… James, había asesinado a su propia familia.

Pero, aunque por lógica debido a sus actos hacía que se acercara mucho a ese término dichos actos no eran premeditados o le hacían sentir algún placer como éxtasis, en pocas palabras, no lo deseaba para nada por lo que no era un “genuino psicópata” como pudiésemos declarar, incluso el mismo James se atrevió a llamarlo un “accidente”. Solamente era esclavo de perder su paciencia encendiendo su furia en cuestiones de una chispa, lo que lo llevó a convertirse en un “monstruo” tanto moral como literariamente, sin embargo, para su crimen no existe ninguna justificación.

James ahora sufría una transformación cada noche en que la luna tendía su luz sobre la tierra, empezaba acelerándole el corazón a la vez que sentía sus músculos tensarse como si estuviesen resistiéndose a algo que los estiraba. Sus huesos se deformaban, se volvían más gruesos, largos e incluso algunos cambiaban un poco de posición para generar una especie de nuevo esqueleto dentro de él, su mandíbula se anchaba probablemente el doble y se alargaba hacia adelante al mismo instante que sus orejas quedaban casi sobre su cabeza. Le surgían garras desde dentro de sus dedos volando sus uñas y por supuesto que esto cada vez que pasaba y cada vez que se repetía noche tras noche en cada transformación era lastimoso saber que ningún tipo de anestesia aplicaba, simplemente de un momento a otro comenzaba el proceso y no era posible detenerse… Por lo que podemos imaginar que debía ser extremadamente doloroso y quizás la agonía era lamentablemente común.

Al final de todo esto James quedaba completamente irreconocible y evidentemente distinto al joven muchacho de minutos atrás, su nuevo aspecto era ciertamente traumante… Tenía la apariencia de un hombre-lobo, más precisamente el de un licántropo, básicamente una bestia gigante con una fuerza sobrehumana acompañado de una agresividad rabiosa que claro que no era para tomarse a juego y mucho menos cuando el brillo de reflejos amenazaba desde el filo de sus garras o los rugidos de su boca llena de dientes muy capaces de destrozar hasta el marfil hacían vibrar la piel de tu cuerpo, ya no tenía vellos corporales sino un grueso pelaje como un abrigo natural, sus ojos se habían vuelto una esfera roja que daba la impresión de absorber el miedo a través de la mirada y perfectamente podía ser el protagonista de una pesadilla.

A pesar de ser una bestia grande que fácilmente pasaba los dos metros de altura erguido en dos patas y tan pesado como un auto, se movía con una velocidad tremenda a la vez que poseía la agilidad de saltar de un lado a otro sobre el suelo u otras superficies como las rocas o en cualquiera donde pusiese simplemente mantener su agarre. Era muy formidable, muy temible, James tenía un instinto salvaje brutal, pero lo peor de todo esto es que no podía controlarlo… Simplemente tenía su consciencia despierta, mientras que los instintos brutalmente salvajes de un animal depredador hacía y deshacía a su paso todo lo que quisiese.

Era preso en su consciencia, pero mirando a través de los ojos de la bestia todo lo que hacía sin poder detenerse.

— (¡Basta, basta, detente ya! Por favor… ¿Qué estás haciendo? ¡Alguien atropélleme!) — Eran los gritos internos de James que nadie jamás escucharía.

Al saber que la bestia tenía absoluto control sin importarle nada, ni si quiera la vida de los demás seres… Nos lleva a cuestionarnos y a hacernos unas cuantas preguntas.

¿Cazaba de noche? Definitivamente el hambre que tenía debía zacearlo de alguna manera, aunque parecía nunca quedar satisfecho por la razón de que siempre buscaba más.

¿Qué cazaba? Ganado, los animales de las granjas cercanas eran las victimas más fáciles, aunque en cada ataque dejaba algunos destrozos en las cercas o establos de los granjeros.

¿Las personas estaban a salvo? No, definitivamente no lo estaban y este era el punto más fuerte de su castigo, James no quería lastimar a nadie, pero cuando la bestia lo dominaba sencillamente lo obligaba a seguir a su antojo de hacer a cualquier persona su presa… Además, por alguna ilusión de sus ojos o quizás delirio de su culpa veía el rostro de su esposa e hija en la cara de todas las victimas de cada noche. Era como vivir una y otra vez el momento en que su familia murió por su culpa. No le gustaba recordarlo, pero tenía como destino el tormento eterno por lo que no podía hacer más si no solo observar como con sus propias garras despellejaba a algún inocente ser que él veía como su familia.

¿Era el único hombre-lobo? No, la información que obtuvo desde que comenzó su pesadilla le explicaba que existieron más como él, la razón era la ira desatada de la Diosa de la Luna cuando fue traicionada en el evento conocido como “La ventana oscura”.

¿A qué se refiere “¿La ventana oscura”? Y ¿Cuando y donde sucedió? La Diosa de la Luna “Astra” tenía su santuario de adoración en el corazón del bosque cerca del pueblo de “Moonhouse” el cual fue llamado así por una curiosidad interesante, era el único lugar del mundo donde justo a media noche la luna estaba en lo más alto del cielo y perfectamente centrada en el mismo, es decir, que si justo en ese momento te detienes y subes la mirada hasta arriba, verás la luna posada justo sobre ti. Es por ello, que el fundador eligió ese nombre. En ese lugar, Astra brindaba ayuda, poder y sanación a quienes le veneraban y seguían… Pero, como en todos lados, había ese grupo de personas que siempre tienen ambición de más, hombres comunes, seres mortales que querían tener un poder divino para ser superiores al resto de la humanidad. Dicho grupo de traidores se ingeniaron un plan para engañar a Astra y obtener su egoísta deseo.

Astra solo tenía una posesión y estaba justo en su santuario, se trataba de una piedra mística proveniente de la luna la cual describía como su “Corazón” y a través de ella recompensaba a sus fieles con su bendición. Esta piedra mística flotaba sobre un pilar dentro de un orbe de luz lunar que la protegía como escudo y no permitía que fuese tocada.

Además, Astra veía por medio de la luz de la luna, la cual cubría toda la noche y así podía observar a sus seguidores junto a su preciada piedra, eran medidas suficientemente seguras contra impuros.

Pero, los traidores fueron algo astutos… ¿Cuál era su plan? Tuvieron mucha paciencia, esperaron hasta que un eclipse lunar ocurriese. Justo cuando la luna estaba completamente obstaculizada y su luz no llegaba a la tierra debido al bloqueo del planeta eclipsante, los traidores irrumpieron dentro de la capilla irrespetando el santuario. La luna en ese pequeño periodo de tiempo de oscuridad que duraba el eclipse dejaba totalmente ciega a Astra y sus traidores aprovecharon muy bien la oportunidad. El orbe de luz estaba débil, prácticamente apagado por lo cual pudieron robar la piedra “Corazón de Astra” y marcharse sin inconvenientes.

Para cuando el eclipse pasó y Astra recuperó la visión sobre el mundo ya era demasiado tarde, lo primero en notar fue la piedra faltante y el grupo de traidores que desapareció…

Astra se enojó por la traición cometida a sus buenas intenciones y sin cansancio influyó a sus seguidores más leales a perseguir al grupo rebelde. La piedra en sus manos les dio el poder de la inmortalidad y capacidad de convertirse en bestias extremadamente fuertes y peligrosas llamadas hombres-lobos, lo cual dificultó la búsqueda de este grupo de desleales y dio paso a muchas batallas entre ellos y los seguidores de Astra llamados “Astralos” quienes buscaban restaurar la paz y devolver la piedra robada. Los rebeldes se convertían en bestia a voluntad y controlaban totalmente su cuerpo transformado por lo que disfrutaban de cometer crímenes sin posibilidad alguna de ser detenidos.

Después de muchísimo tiempo se logró la captura y el castigo de los traidores que, a pesar de también ser inmortales, fueron apresados para siempre.

Pero, la piedra nunca fue encontrada y la furia de Astra sigue viva.

¿Realmente sería así toda la vida, eternamente? La diosa de la luna quien fue que pareció ser quien le habló luego de él haber asesinado a su familia aquella noche en que seguidamente corrió al bosque y sucumbió, le dijo que así sería… Debía sufrir siempre y esa sería la forma con la justificación de que “Un monstruo siempre será un monstruo”.

Obviamente tendría que probarlo, y James lo hizo de muchas formas, una detrás de otra y cada una más desesperada que la anterior.

Comenzó con lo más sencillo que se le ocurrió, buscar un lugar alto, muy muy alto, uno en el cual estaba seguro de que moriría en la caída. Así que fue a un risco, había uno cerca que tenía una valla de seguridad y que era un lugar donde normalmente la gente iba a ver el paisaje puesto a que era atractivo como mirador. Decidido fue allí una noche cuando notó que estaba solitario el lugar… Pasó la valla de seguridad por encima y se colocó en el borde.

— (Es el final, no importa qué pasará con mi cuerpo o a donde irá mi alma por hacer esto, pero ya es para mí el final de todo sea como sea.) — Pensaba y respiraba profundo de pie en el filo del acantilado.

El viento jugaba con él, empujaba su cuerpo levemente y luego lo devolvía. James tenía una cara de cansancio, pero que a la vez tenía una sonrisa pensando que todo acabaría. Así que saltó.

James iba en caída libre, bajaba en picada tomando velocidad gracias a la gravedad que lo conducía hasta el fondo del acantilado directo a un horrendo final.

— (Adiós.) — Cerró los ojos en su último pensamiento.

Su cuerpo se estrelló contra el suelo, para James, solo hubo un color negro a la par de un chiquillo en sus oídos para seguidamente perder la consciencia por un tiempo y recuperarla nuevamente, pero cuando lo hizo era porque se había transformado y la bestia simplemente se levantó como lo haría comúnmente un cachorro echado en la sombra, comenzó a correr y simplemente hizo como si nada hubiese sucedido.

Trató de morir de hambre, fue a un pozo de agua enormemente profundo, vacío y fuera de servicio que en algún momento abastecía al pueblo antes de que fuesen construidos los servicios de agua. Quitó la tapa que sellaba el pozo y saltó dentro, la caída nuevamente lo dejó inconsciente, lo sabía, pero solo debía esperar a que la bestia quedara atrapada dentro del pozo y en algún momento moriría de hambre, quizás la bestia cazaba porque sí necesitaba comer para vivir.

El cuerpo transformado en monstruo de James se levantó y recuperó la consciencia… Lastimosamente miró cómo tan fácil como trepar una red en un parque la bestia escaló las paredes del pozo para llegar hasta afuera y salir a hacer de las suyas.

Era una completa pesadilla que no tenía final, pero James decidió que quitarse la vida no era entonces la forma más efectiva de liberarse.

Estaba cansado de vagar por el bosque mirando al suelo con las manos en sus bolsillos pensando en que podría hacer para liberarse de su castigo, posiblemente había alguna manera distinta de pagar por sus actos que no fuese realmente estar sufriendo una cadena perpetua que se sentía como arrastrar un grillete de bola en su pierna, solo la bola que pesaba en su grillete era la luna.

Tenía que pensar, pensar mucho. Era lógico que simplemente pedir perdón no lo libraría de su condena eterna, no podía ser tan fácil. Así que James se sentó a la sombra de un árbol grande para idear como podía hacerlo.

— (Ok… Debo respirar y también debo calmarme, si voy a buscar cómo salir de esta entonces tengo que mantener la cabeza fría para no seguir empeorando las cosas. A decir verdad, cada vez que sucede un caos es debido a mi comportamiento por lo que tengo que aprender a ser más prudente en cada situación.) — Colocaba sus manos en su cara mientras pensaba.

— (Debo conseguir más información de la que tengo ahora, quizás pueda averiguar dónde queda exactamente esa capilla en el bosque para ir a echar un vistazo y probablemente encuentre alguna pista. Lamentablemente nunca he visto en ningún mapa que esa zona haya sido explorada, según cuando se construyó esa estructura eligieron ese lugar precisamente para que no estuviese a la vista de todo el mundo si no nada más de quienes iban a visitarla. ¿Pero, qué más da? Si llego a perderme solo tengo que esperar al anochecer para que mis instintos salgan y lo más seguro es que convertido en lobo pueda olfatear de regreso a casa o por lo menos a un lugar que reconozca. Sé que no puedo controlarme cuando estoy transformado, pero el hambre no me dejará en paz y de una manera u otra el lobo buscará algo que comer, lo que me acercará. Eso sí, debo intentar llegar a la capilla antes de que se esconda el sol, si no, me convertiré y perderé el progreso) — Sonrió por tener al menos una idea con la que buscar el destino que quería.

Aunque había algo que le intrigaba mucho, en una de las noches se encontró con otro hombre-lobo por primera vez, hasta allí creía que era el único que existía, pero parecía que el otro lo estaba acechando… Hasta que lo encontró e incluso peleó con él, sin embargo, el otro lobo le ganó por mucho y hasta se burlaba de él, no parecía tan salvaje, sino más bien inteligente de lo que hacía y con consciencia.

No quería ser un asesino, a pesar de que ya era tarde para decidir eso y que justamente era ese el título que se había ganado debido a las cosas que había hecho, James se negaba a la idea de que tendría que vivir el resto de su vida literalmente como un “animal” feroz, hambriento y solitario para siempre. Era el castigo que había recibido por alguien o algo que desde un más allá le impuso, sin embargo, tenía que encontrar la manera… Y se le acababa de ocurrir como deshacerse de sus enemigos y saldar su cuenta con aquella Diosa de la Luna llamada Astra.

Pero, para entender todo lo que estaba pasando primero debemos echar un vistazo rápido en su vida antes de ser un monstruo y conocer a detalle realmente los hechos y asesinatos que lo convirtieron en el animal que es hoy.

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