El CEO, Mi Falso Prometido
El CEO, Mi Falso Prometido
Por: Lu Fabiano
Capítulo 1.-

Jennifer Saldaña

Miami

Estaba en mi pequeña clínica veterinaria que había montado cerca mi casa en un terreno de mi padre que habían adaptado él y mis dos hermanos, en compañía de mi mejor amigo y socio, Emiliano y de mi prima Dulce quién también trabajaba con nosotros. Yo atendía una consulta veterinaria y al salir al área de espera, me encontré a mi madre. Le hice la receta al dueño de la mascota y salieron por la puerta principal.

–Hola hija, ¿Tienes mucho trabajo? – Preguntó mi madre –Les he traído un pequeño almuerzo, ya que te saliste de casa sin comer nada. Al paso que vas te pondrás más delgada, hija. Debes alimentarte bien.

Mi madre exageraba, mantenía un peso promedio, solo que era costumbre que nos la pasábamos comiendo ya que ella le encantaba cocinar todos los platillos mexicanos, incluidas varias salsas picantes.

–Hola mamá y gracias. No alcancé a desayunar, tenía que llegar aquí a tiempo, pues tenía una cirugía urgente pero gracias por el almuerzo. Me muero de hambre.

–Les estaba diciendo a Emiliano y a Dulce que por nada del mundo vayan a atender citas el sábado, recuerda que es la boda de Liam y espero que vayas con tu novio misterioso, creo que como tu familia tenemos todo el derecho de conocerlo y ¿Qué mejor que en una ocasión como la boda de tu hermano?

–Sí mamá de lo de la clínica, no te preocupes que no agendamos ninguna cita para el sábado y de mi novio no te prometo nada y no es por mala onda. Él se la pasa muy ocupado.

Era la excusa que siempre inventaba y creo que ya la tenía muy gastada y mi madre era de las que tenías que andar con pies de plomo, creo que ya llevaba un conteo de cuantas veces se lo había dicho.

–Tan ocupado que no es capaz ni de ir por ti a la casa cuando quedas de verlo. Eso me molesta Jennifer, sabes que luego la que tiene los problemas con tu padre soy yo.

Ahí estaba el detalle, con mi madre no había problemas, mi papa era el que a cada rato ponía el grito en el cielo.

–No te preocupes mamá, algo se me va a ocurrir para llevarlo a la boda de Liam ¿Contenta?

–Feliz hija, bueno te comes el almuerzo con Dulce y Emiliano que traje suficiente para todos y nos vemos más tarde en la casa.

–Gracias mamá y vete con cuidado.

Mi mamá se despidió de Dulce y de Emiliano, mientras yo me quitaba los guantes y me lavaba las manos para salir a comer con ellos el almuerzo. Llegué con la cara larga, de solo pensar que estaba entre la espada y la pared y aun no tenía a ese supuesto novio.

–Ahora sí que estás metida en un lío bien gordo, Jen – Se burlaba Dulce – Mi tía ya nos estuvo preguntado sobre si conocemos Emiliano y yo a tú “novio”.

–Ay no, y ¿Qué le dijeron?

–Pues la verdad, que tú novio está solo en tu cabeza Jen – Respondió Emiliano riéndose.

–No sean así, me acaba de decir eso justamente que quiere que invite a mi “novio” misterioso a la boda de Liam y no tengo la menor idea de cómo solucionar eso.

En tremendo lío me metí cuando inventé semejante mentira, pues una de mis tías era la que siempre sacaba a colación de que en sus tiempos a mi edad ya se consideraban solteronas y la verdad cada que había una reunión familiar, cada vez me caía más gorda.

–No puedes hacer nada por ahora, sólo vamos a almorzar – Me dijo Dulce – Ahorita vemos que se nos ocurre prima.

–Sí, ya tengo bastante hambre.

Me senté a almorzar con mi prima y mi mejor amigo lo que nos había llevado mi mamá. Era un almuerzo en toda regla con fruta, yogurt un guisado casero, jugo de naranja y café. Ya que terminamos de almorzar, seguimos viendo lo de mi lamentable situación.

–Ahora sí díganme ¿Qué es lo que vamos a hacer? Se aceptan sugerencias, necesito conseguir un “novio” de aquí al sábado y faltan dos días.

–Ya lo tengo – Dijo Dulce – Que Emiliano sea tú novio y hasta yo me podría hacer la sorprendida diciendo que hasta de mi lo tenían oculto.

–Gracias Dulce, eres brillante prima. Entonces Emiliano –Volteo a verlo – ¿Qué dices si a partir de hoy, tú y yo ya somos novios?

–Lo siento Jennifer pero ya les había contado que ando saliendo con alguien y la cosa pinta para ir en serio. Además tú madre es la mujer más inteligente que conozco y no se va a creer eso de que tú y yo andamos. Hemos sido amigos de toda la vida.

Emiliano tenía razón, a lo mejor mi papá e incluso mis dos hermanos podrían creer que él y yo teníamos algo. Mi madre era punto y aparte, ella me conocía mejor que nadie pues además de ser mi madre era mi mejor amiga, éramos muy cercanas y no le podría mentir fácilmente.

–Ya sé Emiliano, tú puedes presentarle a alguien a Jen y que se haga pasar por su novio, sólo es para que vaya con ella el día de la boda – Le dijo Dulce a mi amigo – Por favor, hazlo por el bien de esta pobre mujer.

–Gracias, por lo que a mí me toca – Suspiré – Pero sí Emiliano, busca por favor quien pueda ir conmigo. Es más tomate lo que queda del día pero consígueme a alguien, no puedo llegar de ninguna manera sola a la boda de mi hermano.

Como ya les había dicho era la razón de los cuchicheos de casi toda la familia, parecía que al nacer ya querían que nos casáramos, porque los hijos y los maridos eran el pilar de un buen hogar.

–No tengo que tomarme nada de día Jen, tengo pacientes que atender aquí y dos para estética canina. Así que mejor déjame organizarme y hacer unas llamadas para conseguirte a alguien.

Bueno por lo menos no me estaba diciendo que no, la verdad ya no podía inventar más excusas porque mi otra prima nuestra que era menor que Dulce y que yo ya había traído a su novio en varias ocasiones a reuniones familiares y a mí me veían como preguntándome ¿Para cuándo la boda?

–Gracias amigo, te voy a deber muchas con esto.

Nos llegaron citas veterinarias a los tres, casi al mismo tiempo y al menos en ese rato me distraje de la presión de tener que encontrar un novio falso. No podía creer que mi familia siguiera dando lata con eso, de cuando iba a casarme, de con quién y demás ¿De qué servía que viviéramos en Estados Unidos si seguían reinando las costumbres de México?

Y era justamente toda la familia de mi papá la que estaba dando lata con eso en cada oportunidad que tenían, preguntaban lo mismo de mis planes de boda, de cuando iba a tener hijos y tanta cosa que me fastidiaban. Para eso si faltaba bastante tiempo les diría, porque no sé cómo le iba a hacer, si ni siquiera tenía al "novio".

–Jen, antes de que lo olvide – Interrumpió mi prima – Te dejo este folleto que me ha dado una amiga mía, su mamá tiene agencia de acompañantes. Digo en caso de que Emiliano no logre conseguirte a nadie.

Como se le ocurría a Dulce que iba a contratar a un gigolo, eso está fuera de toda proporción, además creo que esa gente cobraba hasta un ojo de la cara, y la verdad no contaba con el dinero suficiente para hacer un gasto de esa magnitud.

–Gracias Dulce, pero eso está descartado – Le respondí a mi prima con indignación – Yo prefiero presentarme en esa boda sola antes que tener que llegar hasta a pagarle a alguien para que me acompañe. Tampoco estoy tan urgida, además confió en que Emiliano podrá conseguirme a alguien. Sino, ya tendré que usar otra excusa, mi madre ya está empezando a sospechar que no existe mi "novio".

–No te enojes Jen, es sólo una sugerencia. Creo que ya no tenemos más pacientes ¿Te parece si ya cerramos por hoy? La boda de Liam es en dos días y no tengo vestido todavía.

Bueno yo por eso no me preocupaba era una de las damas de honor de la boda, el vestido ya estaba listo en mi habitación, lo único que hacía falta era que llegara el día indicado para estrenarlo.

–Está bien Dulce, recojamos todo y vamos a cerrar por hoy. Eso sí que no se les haga costumbre.

Siempre tratábamos de estar hasta la última hora, ya sabíamos que se podía presentar alguna emergencia, pero afortunadamente los días habían estado tranquilos por la noche, así que era mejor que cerráramos y fuéramos a buscar es vestido de mi prima, necesitaba un poco de aire para pensar que iba a hacer sino encontraba a nadie disponible.

–Claro Jen, ahorita nos vemos.

–Muy bien prima.

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