Capítulo 4: ¿Qué Hiciste Paola?

Armando estaba muy molestó con la actitud que había tomado Paola, fue al estudió a tomar una copa, necesitaba tranquilizarse y pensar como haría para que Paola viniera a él, rogando que lo quisiera, y el no duraría en humillarla como ella lo había hecho cuando le dio aquella cachetada.

 

—Ha comenzado mi venganza padre, voy a recuperar lo que Adolfo Alcaraz te arrebato— dice mirando la fotografía del padre de Paola de joven sonriendo— pronto las hermanas vivirán lo que yo sufrí…

 

Salió para tomar el lugar que ahora creía era suyo.

 

—Celia que lleven mis cosas a la habitación de mi esposa— la mujer afirmo con la cabeza y llamo a dos muchachas de servicio para la ayudaran a subir las maletas.

 

Paola se encontraba más tranquila en su cuarto, cuando escuchó que tocaba la puerta de su habitación.

 

—Adelante— mira a Celia que entraba con dos muchachas de servicio — ¿Qué haces esas cosas aquí? — pregunta con desconcierto al ver como entraban con dos maletas a su habitación.

 

—Son las maletas de don Armando— abrió los ojos, no podía creer que Armando pensará que ellos compartirían habitación.

 

—Sácalas de mi habitación— dice con total autoridad— la suya será la que está al fondo del pasillo, no pienso compartir mi habitación con él.

 

—Pero hija, don Armando es tu marido— replico Celia, pero Paola no dejó que terminara de hablar.

 

—Solo es mi marido en papel, nunca seremos esposos de verdad, nunca compartiré la cama con él— en su voz no había ninguna duda que así sería, solo lo que no sabía Paola era que Armando quería y buscaría la manera de hacerla suya, por las buenas o por las malas, se juró cuando la escuchó esa tarde.

 

—Celia, lleva mis cosas a la habitación que Paola dice— dijo con fingida resignación. Sin esperar ninguna palabra de Paola dio media vuelta, ese despreció lo pagaría muy caro. 

 

—¿De verdad me amas? — le preguntaba Ivette a Armando que estaba besando su cuello, ese día tendría una noche de bodas, aunque no fuera con la mujer que fuera su esposa.

 

—Si cariño te amo— le dice besando sus labios— no sabes cuánto deseaba besarte ahí abajo.

 

—Pero besaste a mi hermana— dice en tono de reproche— hasta la veías con amor

 

—Eso no es verdad, lo de allá abajo fue una simple actuación— se sentía orgulloso que Ivette, creyera cada una de sus palabras — te jure que solamente tu eres mi amor— besos sus labios sin dejar de mirar su rostro— te amo, quiero estar contigo no sabes cuánto— Ivette soltó un suspiro al sentir los labios de Armando por su cuello, nunca había estado con ningún hombre, solamente se estaba dejando llevar por los labios y las manos de él. Deja salir un pequeño g3mido, algo que le gusta escuchar Armando cuando está con una mujer. Sin percatarse deja caer un objeto, se escuchan dos golpes en la puerta.

 

—Ivette te encuentras bien— se escucha la voz de Paola detrás de la puerta.

 

—Respira y contesta amor— le susurro al oído Armando, y ella obedece sin ningún problema

 

—Si hermana, solo se me cayó mi caja de colores, sabes tengo algo de sueño, creo que dormiré una fiesta — finge la voz algo soñolienta

 

—Así muy buena mi niña— se muerde el labio evitando soltar un g3mido al sentir como Armando tomaba su p3cho.

 

—Descansa, voy a salir un momento— se escuchan los pasos como se va alejando de la puerta de su habitación.

 

—Eres una niña muy buena y vas a recibir tu premió amor…

 

***

Paola tomo su auto sin tener un lugar fijo a dónde ir, era como si una fuerza desconocida la estuviera llevando, llegó hasta un bar que tenía letras en su fachada color rosa neón, estacionó el auto un poco adelante y siguiendo esa fuerza entro, fue directamente a la barra, el barténder al verla se acercó a preguntar qué quería y sin pensar mucho pidió un tequila, era lo que necesitaba, lo tomo de hidalgo lo tomó, y pidió otro, quería olvidar lo que había hecho hace unas horas, olvidar que había perdido a sus padres, olvidar que era la responsable de la empresa, olvidar que los socios no la quisieron por tener apenas dieciocho años, por ser mujer y por la inexperiencia.

 

Pide dos más cuando al final de la barra mira llegar un joven tal vez un año mayor que ella, al conectarse sus miradas los dos sé sonríen coquetamente, ha logrado olvidar por ese momento su vida, ve como el chico se separa de la barra y por el rabillo del ojo sabe que va hasta donde está ella, se muerde el labio al escuchar su barítona voz cerca de su oído.

 

—Te puedo invitar otro.

 

Cierra los ojos sintiendo como su ser palpita por él, voltea un poco para ver su rostro, de cerca es más guapo, su rostro perfectamente bien cuidado, su mirada azul intenso no deja de verla, que se pierde en él, baja un poco la vista a sus labios carnosos y siente el impulso de besar, mueve la cabeza, no puede, debe recordar quien era ahora, una mujer casada

 

—¿Si puedo? — vuelve a llamar su atención y su perfume la llena por completo, el mantiene su distancia, pero lo puede sentir; al fin su única neurona hace que hablé, aunque no del todo bien…

 

—Si…No…— se siente una tonta, no puede aceptar nada de él, mira el anillo que hace unas horas le había dado Armando y con total disimulo se lo quito. Escucha la varonil y sutil carcajada que de nuevo siente algo en su cuerpo, una emoción que nunca ha sentido en su intimidad.

 

—¿Si o no? — le vuelve a decir y Paola al fin logra hilar más palabras,

 

—Lo siento, pero no puedo aceptar nada de un desconocido— dice levantándose del banco donde estaba sentada, si no sale de ahí podía ser capaz de hacer algo de lo que pudiera arrepentirse. 

 

—Soy Cristopher, y desde que llegaste no puedo dejar de verte— se pone delante de ella, no quiere y no puede dejarla ir sin tener algo de ella, cuando la vio hubo algo que le decía que se acercará y la abrazará, eso era lo que más quería— por favor solo una copa— junta sus manos en forma de súplica, y ver esos ojitos pidiéndole ese favor no tuvo el corazón de negarse

 

—Una copa— dice volviendo a su lugar, él ocupa el siguiente banco y mientras esperan comienzan a platicar, él la hace reír como hace un mes no lo hacía, casi llora por la risa, comienza una canción y sin pensar Paola lo toma de la mano y lo lleva a la pista, comenzando a bailar solamente tomados de la mano, aunque sabe que se va arrepentir después disfruta sentir la música en su cuerpo, sonríe al chico que no deja de mirarla.

 

Una chica que baila junto a ellos se tropieza aventando a Paola hacía adelante, el chico la sostiene en sus brazos, ella siente sus músculos fuertes, levanta la vista y se encuentra con su rostro muy cerca, ve cómo se acerca lentamente, y mirando sus labios cierra los ojos, él acaricia sus labios con los suyos, mira que no lo rechaza y como si la vida se fuera en eso la besa.

 

 Paola rodea su cuello con sus brazos, y pone su mano sobre su nuca para tenerlo más cerca de él, es tan fabuloso sentir esos labios tan carnosos besándola lentamente, era un beso que nunca en su vida le habían dado, la hacía sentir mareada, se aferra al cuerpo del chico, su mano se hunde en su cabello negro mientras las de él, la rodean por completo, sin pensar se deja llevar, no quiere que el beso terminé, pero tiene que pasar, al abrir los ojos sonríen— vámonos— toma su mano y se abre paso entre la multitud.

 

Llega a dónde estacionó su auto y antes de entrar le da otro beso, no sabía que estaba pasando con ella, no podía echarle la culpa al alcohol por estar haciendo lo que iba hacer, lo deseaba, quería estar con él.

 

Entran a la habitación de un hotel cercano, no pueden dejar de besarse.

 

—¿Estás segura que quieres esto? — pregunta al apartarla un poco, no quiere que al día siguiente lo acusen de abus0

 

—Si quiero estar contigo— contesta Paola que lo abraza del cuello y le rodea la cintura con sus piernas. Él camina hasta la enorme cama y con cuidado la deja, sonríe mirándola cuando ella se quita su blusa y desabrocha sus jeans, al estar sin la ropa que les estorbaba, él sube junto a ella en la cama y la besa, la acaricia haciendo que los dos vallan al cielo…

 

Paola poco a poco comienza abrir los ojos, siente un poco de dolor en su cabeza, sobre todo en las sienes, siente un brazo debajo de su cabeza y otro que le rodea la cintura, y de golpe recuerda lo que hizo, y sin querer despertar al hombre que tiene en su espalda se mueve lentamente, quitando primero su grande brazo que al dejarlo él se mueve y se queda quieta esperando no haberlo despertado, sin poder evitarlo lo mira, es tan guapo, y su cuerpo es tan atlético, que nunca podrá olvidar, se levanta sintiendo aún sus labios sobre su piel, y su manos que la acariciaron con delicadeza.

 

—Esto no debió pasar— dice mirándolo dormir tranquilamente en la cama, busca su ropa por la habitación, entra al baño y se viste rezando para que el chico no despierte, no tiene cara para verlo. Busca su bolsa y su celular, lista mira por última vez al chico que no recuerda su nombre, sabe que nunca más lo volverá a ver. Al salir revisa su teléfono teniendo varias llamadas perdidas de Armando y de su hermana. Camina hasta afuera del hotel dejando claro en su cabeza que esto no pasó, que no puede hablar de esto con nadie…

 

****

—¿Dónde estabas? — escucha la pregunta de Armando a sus espaldas cuando entra a su casa— me tenías muy preocupado

 

—Salí a caminar— dice evitando que se acerque más y pueda percibir el olor a tequila en su aliento

 

—¿Por qué no me contestaste? — vuelve a preguntar y ella sin detenerse le contesta

 

—Me quedé sin pila, lo siento, estoy muy cansada— dice y sube rápidamente las escaleras y entra a su habitación, pero sin olvidar la mirada de esos ojos azules profundo y esos labios que la amaron, su voz que le decía lo bella que era, y lo que le encantaba— ¿Qué hiciste Paola?— se mira en el espejo y no puede negar que por un momento fue feliz y plena en esos brazos… se queda mirando detenidamente, le hacía falta algo y abriendo los ojos sabía que había perdido los pendientes que su mamá le había dado.

 

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