[Recuerdos]
La voracidad de un verano cómplice de risas y correteos volvía a acompañarnos. El calor que emana el astro ardiente estaba de regreso, mucho más que antes, dueño del solsticio. Valía la pena cada segundo; resultaba fascinante observar los rayos que atravesaban las nubes, imponiendo con su resplandeciente luz.
El año y medio había transcurrido como si se tratase de segundos. Ya tenía ocho años recién cumplidos y mis padres prometieron llevarme a la playa.
La playa….
Jamás había ido a ese mágico lugar. Cerraba los ojos e imaginaba estar allí, escuchando el tronar de las olas, sintiendo la brisa marítima en mi rostro, la salinidad del mar adhiriéndose a mi pelo y mis pies hundiéndose en la arena.
Nada me puso más emocionada, que ponerme el lindo bañador violeta que mamá me compró. Moría por nadar en el mar; desde que Max me enseñó en la piscina, ya me era divertido y emocionante lanzarme al agua. Ya no temía ahogarme.
—¡Max! —grité desde la habitación.
Necesitaba ayuda con