La noticia del embarazo de Clara se había filtrado en su corazón como una corriente suave y cálida, una mezcla de emoción, temor y esperanza que aún estaba asimilando. Aunque la confirmación médica llegaría pronto, su intuición no dejaba espacio para la duda. Lo sentía en su cuerpo, en su pecho, en su manera de observar el mundo. Ya no estaba sola: dentro de ella latía una nueva vida, una pequeña promesa del futuro.
Durante los días siguientes, tanto ella como Lucas se sumergieron en la nueva realidad que los rodeaba. Clara alternaba entre sus sesiones de escritura y largos momentos de contemplación, reflexionando sobre todo lo que significaba esta nueva etapa. Por su parte, Lucas se mostraba aún más atento que de costumbre. Sin invadirla, encontraba maneras sutiles de acompañarla: una taza de té caliente, una caricia sin palabras, una mirada que lo decía todo.
Clara estaba decidida a que el embarazo no sería un obstáculo, sino un motor que impulsaría su creatividad. De hecho, ya come