La reacción de Diego fue realmente aterradora. Sus ojos redondos brillaban intensamente. Por las venas que sobresalían en su cabeza, Lolita podía ver la ira implícita. Sin embargo, parecía estar tratando de contenerla. Su mandíbula se crispó, y con disgusto dijo:
"¿Qué dijiste? ¿Guardaespaldas?"
"Sí. Así que serás mi guardaespaldas durante todo un día."
Diego se frotó la cara. "¿De verdad estás haciendo esto?"
"Ya lo prometiste." Lolita le recordó a Diego, porque ella misma fue quien inició este juego.
"Pero no dije que quería ser tu guardaespaldas." Diego seguía negándose.
"Pero yo quiero." Lolita miró a Diego con sus ojos claros y brillantes. Como un gatito pidiendo que le den pescado. Y eso hizo que Diego se tambaleara. Diego exhaló profundamente, y al final accedió.
"Ahora, ¿qué quieres que haga?"
"Quiero dar un paseo."
"¿Qué? ¡No! ¡No lo permitiré!" La petición fue rechazada de plano por Diego. La sonrisa en los labios de Lolita desapareció al instante, su rostro brillante se ate