POV de DiegoLas luces de la ciudad se mezclaban mientras conducía, mis pensamientos girando en un agotador bucle. Había tomado una ruta diferente a casa, esperando que las calles tranquilas trajeran algo de calma a mi mente inquieta. En cambio, lo encontré.Al principio, parecía solo otro borracho tirado contra el frío concreto, pero al acercarme, el inconfundible contorno de su rostro apareció. Mi pecho se tensó. Era él: mi padre.Frené bruscamente, el chirrido de los frenos rasgando el aire nocturno. Por un momento, me quedé ahí, mirándolo en su forma desmoronada en la acera. Mil emociones se apoderaron de mí: enojo, lástima, tristeza, todas chocando en una tormenta que no estaba listo para enfrentar."Contrólate, Diego", murmuré, obligando al nudo en mi garganta a mantenerse abajo mientras salía del coche.Estaba tirado, su ropa desaliñada, su rostro relajado por la inconsciencia. El hedor del alcohol era abrumador y me revolvía el estómago. No era la primera vez que lo veía así, p
La tensión en la sala de juntas era palpable, un peso familiar que oprimía mi pecho cada vez que mi abuela, Ivanka Rodríguez, tomaba su lugar en la cabecera de la larga mesa de caoba. Su presencia, como siempre, era imponente; su mirada afilada recorría la habitación, retando a cualquiera a cuestionar su autoridad. Hoy no solo estábamos reunidos para discutir la estrategia empresarial, sino también para presenciar la presentación formal de mi medio hermano, Robert, como jefe de nuestras operaciones en Los Ángeles.Me senté en mi lugar habitual, justo lo suficientemente cerca como para no parecer distante, pero lo suficientemente lejos como para evitar su mirada directa. Robert estaba a mi izquierda, impecable con su traje a medida y su sonrisa serena. Lucía cada centímetro como el líder que Ivanka siempre deseó, y la forma en que ella lo miraba no hacía ningún esfuerzo por ocultar su favoritismo.“Damas y caballeros,” comenzó Ivanka, con su voz firme resonando por la sala, “es con gran
POV de DiegoLas luces de la oficina estaban apagadas, pero aún podía ver con claridad las sombras que danzaban sobre la pared. Sabía que el reloj estaba corriendo y que el tiempo que me quedaba para hacer lo correcto se reducía cada minuto. Había llegado a un punto en el que las decisiones que tomara no solo definirían mi futuro, sino también el de mi familia y, por supuesto, el de Adriana. No podía fallar, pero la presión me estaba consumiendo.El teléfono en mi escritorio vibró. Era un mensaje de Alex. "Tengo lo que necesitas. Nos veremos esta noche." Mi respiración se aceleró. No me gustaba la idea de tener que colaborar con Alex, pero no había otra opción. Nancy había logrado engañarnos por demasiado tiempo, y Robert... Robert se había vuelto un verdadero obstáculo. Ambos eran peligrosos, y aunque Robert parecía tener sus propios intereses en Adriana, sabía que no podía confiar en él. Todo esto se estaba volviendo más complejo de lo que jamás imaginé.A medida que el día avanzaba,
POV de DiegoEl aire de la noche estaba pesado, como si el mundo entero estuviera esperando algo que, en ese momento, yo aún no podía comprender por completo. Había estado buscando respuestas durante semanas, siguiendo pistas que me llevaban a un callejón sin salida, pero ahora, después de una charla clandestina con Alex, parecía que finalmente había llegado a un punto crucial. No podía confiar en nadie, ni siquiera en los más cercanos a mí. No podía permitir que la verdad sobre Nancy y Robert saliera a la luz antes de estar completamente preparado.El lugar donde Alex me había citado era un pequeño almacén en las afueras de la ciudad, un sitio donde la gente solía ocultar cosas que no querían que los demás encontraran. Nos habíamos reunido allí en secreto, lejos de cualquier posible interferencia. La tensión en el aire era palpable, y mientras Alex me pasaba los documentos, sentí un nudo en el estómago.“Esto es lo que has estado buscando, Diego,” dijo Alex, su voz baja, casi en un su
POV de AdrianaLa tarde había comenzado tranquila, pero la creciente tensión en el aire pronto me hizo sentir que algo no estaba bien. Diego había estado actuando extraño durante días, cada vez más distante, y ahora, al mirarlo desde el pasillo de la oficina, sentí que había algo en su mirada que no podía comprender completamente. Había algo en él, algo que me decía que no me estaba diciendo toda la verdad.Había llegado a este lugar con la esperanza de encontrar respuestas sobre todo lo que había estado sucediendo últimamente, pero mientras lo observaba, mi intuición me decía que las cosas iban a empeorar antes de mejorar.“Diego…” dije, deteniéndome en la puerta de su oficina. "¿Está todo bien?"Él se giró bruscamente hacia mí, su rostro visiblemente tenso. Sus ojos reflejaban una mezcla de desesperación y frustración, como si estuviera lidiando con algo mucho más grande que lo que yo podría entender.“No es nada, Adriana,” dijo rápidamente, pero su tono no convenció. Intentó sonreír
POV de DiegoNunca imaginé que terminaría aquí, en este lugar oscuro, con la adrenalina recorriéndome como una corriente eléctrica mientras me preparaba para lo que probablemente sería el enfrentamiento más peligroso de mi vida. La misión era simple, o al menos así lo había creído al principio. Rescatar a Adriana de las garras de Nancy. Pero a medida que me adentraba más en el laberinto de mentiras y traiciones que había creado esta situación, la verdad era que cada paso que daba me sumía más en un océano de incertidumbre.El refugio de Nancy era un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, alejado del ajetreo y del bullicio. Estaba oscuro, sucio, y a pesar de las huellas de vandalismo, había algo inquietante en el aire. Sabía que Adriana estaba dentro, pero también sabía que mis enemigos no me dejarían acercarme tan fácilmente. Había dejado claro que no solo era un obstáculo para Nancy, sino una amenaza real. Pero no me importaba. La necesidad de rescatarla era más fuerte que cu
POV de DiegoEl día después de la dramática huida con Adriana, la calma que sentía al estar lejos de la amenaza de Nancy y Jean se esfumó tan rápido como había llegado. Me encontraba en el comedor de la mansión familiar, con la vista puesta en mi abuela Ivanka, que, en este momento, parecía más enfadada que nunca. El ambiente era denso, como si el aire estuviera cargado de electricidad. La mirada de Ivanka era penetrante, un crisol de desaprobación, ira y decepción.“¡¿Qué demonios pensabas, Diego?! ¿Cómo pudiste hacer algo tan imprudente? ¡Te has expuesto a un peligro innecesario y has puesto en riesgo nuestra familia! ¡Esto no es un juego, es una m*****a vergüenza!” Su voz resonó en las paredes de la casa, retumbando en mi pecho como un martillazo.Su reproche era claro, como un cuchillo afilado que cortaba cualquier intento de explicación. Pero no había nada que pudiera decir. Sabía que ella jamás entendería lo que había hecho. Mi abuela Ivanka siempre había sido una mujer de princi
POV de DiegoEl sol se estaba poniendo detrás de las montañas, proyectando largas sombras sobre la habitación donde Alex y yo estábamos sentados rodeados de documentos, papeles y planes. La tensión en el aire era palpable mientras revisábamos cada pieza de información que habíamos recopilado sobre Robert y Nancy. Habían controlado todo durante demasiado tiempo, manipulando a nuestra familia, nuestros recursos y nuestra confianza. Era hora de que pagaran, y Alex y yo estábamos decididos a ser los que los derribaran."Te digo que tenemos que tener cuidado con esto," dijo Alex, sus ojos recorriendo los papeles. "No podemos cometer errores."Tenía razón, por supuesto. Habíamos pasado meses organizando todo, alineando las piezas correctas y reuniendo pruebas para finalmente exponer a Robert y Nancy por lo que eran. Pero había un paso más que debía darse, algo que sería el golpe final. No podíamos atacarlos directamente; necesitábamos asegurarnos de que su caída fuera lo más pública y humill