POV de DiegoDesperté con el sonido de su respiración tranquila contra mi pecho.No me moví. Solo me quedé allí, con los ojos abiertos, mirando el techo, sintiendo su cuerpo cálido apoyado en el mío. La habitación todavía estaba oscura, pero afuera ya comenzaban los primeros sonidos de la ciudad. Me quedé en silencio, memorizando ese instante como si pudiera guardarlo en una caja y protegerlo de todo lo que vendría después.Porque sabía que esta calma era frágil.La noche anterior Adriana me había dejado entrar, en más de un sentido. No fue una conversación fácil. No fue reconfortante. Pero fue honesta. Y esa honestidad, aunque dolía, era algo que yo necesitaba escuchar.Por primera vez, comprendí lo sola que se había sentido en mi mundo.Adriana no solo luchaba con su lugar a mi lado. Luchaba con su propia mente, sus miedos, sus comparaciones. Y yo, sin querer, había alimentado esas dudas, ocupándome más de proteger nuestra relación del público que de cuidarla entre nosotros.Pasé lo
POV de AdrianaVolver a la ciudad fue como despertar de un sueño demasiado bonito para ser real.El ruido, las notificaciones, los correos, los mensajes sin responder... todo volvió con una intensidad casi ofensiva. Y sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, no sentí que ese caos pudiera derrumbarme. Porque aún podía sentir el calor de su mano entrelazada con la mía, aunque ya no estuviéramos rodeados de árboles y silencio.Había algo diferente en Diego desde ese viaje. En su forma de mirarme, en su paciencia, en sus silencios. Como si finalmente me hubiera dado permiso de habitar su mundo sin miedo a desaparecer entre las sombras del pasado.Y yo... yo también había cambiado.Todavía me daba miedo lo que sentía, pero ya no intentaba negarlo. Ya no podía. No después de sus gestos, sus palabras, su esfuerzo.Había algo real ahí. Aunque todavía me costara nombrarlo.Estábamos de vuelta en su apartamento, porque insistió en que quería cuidarme ese fin de semana. Estaba cocinando, co
POV de AdrianaAunque Diego intentó explicarlo todo, aunque sus palabras sonaban sinceras y su mirada me buscaba con desesperación, algo dentro de mí seguía retorciéndose.No era solo la noticia. No era solo Camila.Era la sensación de estar construyendo sobre terreno inestable, como si a cada paso, pudiera hundirme.Cuando él se quedó dormido, abrazándome como si eso fuera suficiente para mantenerme a salvo, yo me quedé despierta, mirando el techo, escuchando el ritmo de su respiración.Y pensando.Camila había dicho que sin Diego su proyecto no sería posible.¿Era una simple estrategia publicitaria… o una declaración con doble intención?¿Seguía esperándolo?¿Seguía amándolo?Yo necesitaba saberlo. No por él. Por mí.A la mañana siguiente, mientras Diego aún dormía, dejé una nota en la mesita de noche. No quería pelear. Solo necesitaba claridad.Me puse una chaqueta ligera y tomé un taxi al norte de la ciudad.Sabía dónde vivía Camila. Alguna vez, en medio de una conversación casual
POV de DIEGOAdriana no lo dijo con palabras, pero la vi irse apagando a medida que avanzaba la noche.Cada vez que alguien del pasado se acercaba, notaba cómo sus hombros se encogían levemente, cómo su mano en la mía aflojaba apenas el agarre. Son detalles que alguien más podría ignorar, pero no yo. No desde que la conocí, no desde que me di cuenta de lo mucho que me importaba.Y cuando me confesó, bajo las luces frías del balcón, que se sentía invisible… sentí un nudo en el pecho. Porque había sido tan estúpidamente inconsciente. Porque, sin querer, había permitido que esa noche se convirtiera en una exhibición de todo lo que ella no necesitaba.Ella no necesitaba ver mi pasado. Necesitaba saber que ella era mi presente.Y lo es. Lo ha sido desde hace tiempo. Más de lo que yo mismo quise aceptar al principio.A la mañana siguiente, la encontré en la cocina, con una taza de café entre las manos. Llevaba puesta mi camiseta, una de esas viejas que ya debería haber tirado. Tenía el pelo
POV de DiegoRegresar a la ciudad fue como despertarse bruscamente de un sueño cálido y envolvente. Mientras manejaba de regreso con Adriana dormida a mi lado, el ruido del tráfico, los mensajes acumulados en el teléfono y la vibración constante del mundo que habíamos dejado atrás me hicieron sentir como si la magia de aquel fin de semana comenzara a evaporarse.Adriana se removió ligeramente en el asiento, apoyando su mejilla en el vidrio de la ventana. Tenía la expresión tranquila, pero supe que en cuanto abriera los ojos, ella también sentiría lo mismo que yo: el peso de la realidad.Mi realidad.Una donde todo se mide por poder, influencia y reputación.Esa noche tenía una cena empresarial importante con inversionistas de Europa. No quería ir. Quería quedarme con ella, pedir comida, ver una película sin prestarle atención. Pero sabía que no podía evitarlo. Aún.—No tienes que venir si no quieres —le dije mientras nos cambiábamos para la noche.—¿Y dejarte solo con una docena de ti
POV de AdrianaNo sabía cuánto tiempo llevaba sentada en el borde de la cama, con la mirada fija en la mancha de humedad que había en el techo. Podía oír el tic-tac del reloj de la pared, pero no sentía el paso del tiempo. Solo había ese silencio espeso que me envolvía por dentro y por fuera.Diego no había aparecido desde aquella conversación. Me dijo que iba a intentarlo, que se abriría conmigo. Pero los días pasaban y su silencio gritaba más fuerte que cualquier promesa. Lo peor no era su ausencia física. Era sentirlo lejos incluso cuando estaba cerca.—¿Vas a seguir ahí toda la noche? —preguntó Lucía, mi mejor amiga, mientras entraba sin llamar, como siempre.Le lancé una mirada cansada, pero no respondí. Ella se acercó, se sentó a mi lado, y me dio un suave codazo en el brazo.—Estás pensando en él, ¿verdad?—¿En quién más pensaría?—En ti misma, tal vez. En lo que tú necesitas. —Suspiró—. Adriana, no puedes seguir dependiendo de cada paso que él da… o no da.Apoyé la cabeza en s
POV de DIEGOHay momentos en los que uno se da cuenta de que está al borde. No del abismo, no exactamente. Más bien en la línea fina donde una sola palabra puede cambiarlo todo. Donde un silencio pesa más que cualquier grito.Yo estaba ahí.La puerta se cerró tras Adriana con un golpe seco, uno que me retumbó en los huesos. No dijo nada más. No hubo un “nos vemos”, ni un “me llamas”. Solo el sonido de sus pasos alejándose por el pasillo y ese maldito portazo que me dejó solo con mis pensamientos… y mi culpa.Me quedé quieto, mirando la nada, con los puños apretados. Sentía las pulsaciones en la garganta, como si cada latido gritara su nombre. Pero no me moví. No la seguí. Porque no sabía si debía hacerlo o si solo empeoraría todo.Ella tenía razón.Había estado ausente. Cerrado. Con miedo.Y en mi interior, una parte muy jodida de mí me repetía que no la merecía. Que no podía darle lo que necesitaba. Que tarde o temprano, terminaría decepcionándola.Me fui al baño, me miré al espejo.
POV de AdrianaDesperté con la sensación de que algo me faltaba. No físicamente. Estaba él ahí, su brazo pesado sobre mi cintura, su respiración acompasada rozando la parte trasera de mi cuello. Pero aun así, dentro de mí, había una grieta que no se terminaba de cerrar.Diego se había quedado. Había hablado. Se había abierto. Pero yo no era estúpida. Sabía que un discurso bonito no solucionaba semanas de distancia, silencios y heridas que todavía dolían.Me moví lentamente, con cuidado de no despertarlo. Quería un momento a solas, para pensar. Para respirar.En la cocina, el café burbujeaba en la cafetera mientras apoyaba la frente contra el frío del refrigerador. No podía mentirme: todavía lo amaba. Y, justamente por eso, todo dolía más. Porque cuando uno ama con todas sus fuerzas, también duele con intensidad devastadora.—¿Estás enojada otra vez? —preguntó su voz, ronca, desde el marco de la puerta.—No —respondí, sin girarme.—¿Entonces?—Estoy cansada, Diego. Eso es todo.—Lo sé.