POV de Diego
El día después de la dramática huida con Adriana, la calma que sentía al estar lejos de la amenaza de Nancy y Jean se esfumó tan rápido como había llegado. Me encontraba en el comedor de la mansión familiar, con la vista puesta en mi abuela Ivanka, que, en este momento, parecía más enfadada que nunca. El ambiente era denso, como si el aire estuviera cargado de electricidad. La mirada de Ivanka era penetrante, un crisol de desaprobación, ira y decepción.
“¡¿Qué demonios pensabas, Diego?! ¿Cómo pudiste hacer algo tan imprudente? ¡Te has expuesto a un peligro innecesario y has puesto en riesgo nuestra familia! ¡Esto no es un juego, es una m*****a vergüenza!” Su voz resonó en las paredes de la casa, retumbando en mi pecho como un martillazo.
Su reproche era claro, como un cuchillo afilado que cortaba cualquier intento de explicación. Pero no había nada que pudiera decir. Sabía que ella jamás entendería lo que había hecho. Mi abuela Ivanka siempre había sido una mujer de princi