POV de DiegoEl aire se sentía denso, cargado de una tensión insoportable mientras observaba a Adriana desde la distancia. No importaba cuántas veces intentara racionalizar lo que sentía, no podía negar la punzada en mi pecho al verla tan cerca de otro hombre. Y no cualquier hombre. David.Mi instinto me gritaba que algo iba mal, que su cercanía no era casualidad, que había una historia entre ellos que se me escapaba. Pero lo que realmente me hacía hervir la sangre era que Adriana no se alejaba. No apartaba la mirada. No lo rechazaba. Y entonces lo vi. Ese beso que me arrancó el suelo bajo los pies.El mundo pareció detenerse por un instante. El ruido a mi alrededor se difuminó y todo lo que quedó fue la imagen de ellos dos juntos, de los labios de Adriana presionándose contra los de él, de sus dedos aferrándose a su chaqueta como si temiera perderlo. Me sentí como si alguien me hubiera atravesado el pecho con un cuchillo.Respiré hondo, intentando calmar el torbellino de emociones qu
POV de DiegoLa noche era fresca, y el sonido de la lluvia golpeando suavemente contra el ventanal del bar me daba una sensación de melancolía. Estaba allí, sola en una mesa junto a una copa de vino casi intacta, cuando escuché sus voces.David y su exnovia.Mi corazón se detuvo un instante al reconocer el tono familiar de su voz, ese murmullo cálido que solía ser solo para mí. Me moví lentamente, intentando no hacer ruido, hasta quedar a una distancia lo suficientemente cercana como para captar cada palabra."No puedes negar que hubo algo entre nosotros, David," dijo ella, con un dejo de dulzura manipuladora."Eso ya quedó en el pasado, Helena. Ahora estoy con Adriana," respondió él, pero su voz no sonaba firme, sino titubeante, como si no estuviera completamente convencido de sus propias palabras.Cada fibra de mi ser se tensó. Sentía como si la habitación se estrechara a mi alrededor, sofocándome. Su silencio posterior me golpeó más fuerte que cualquier declaración. Me alejé rápida
POV de AdrianaEl aire estaba cargado de tensión mientras observaba a David al otro lado de la habitación. Desde que escuché aquella conversación con su exnovia, algo dentro de mí se quebró. Lo había idealizado como el hombre que podía hacerme olvidar a Steve, pero ahora todo se tambaleaba.Los últimos días había estado distante, incapaz de enfrentarlo sin recordar sus palabras. La forma en la que ella le susurró su amor, la manera en que él no la rechazó de inmediato... ¿Había sido siempre un juego para él? Me odiaba por dudar, pero el veneno de la desconfianza ya había echado raíces en mi corazón.David se acercó, su expresión reflejando preocupación. —Adriana, ¿estás bien? Has estado distante estos días.Forzé una sonrisa. —Solo he tenido muchas cosas en la cabeza.—Sabes que puedes hablar conmigo. ¿Acaso hice algo que te molestara?Por un momento, quise soltarlo todo, enfrentarlo con lo que había escuchado. Pero el miedo a la respuesta me paralizó. —No es nada, David. Solo necesit
El sol apenas comenzaba a asomar sobre el horizonte cuando Diego llegó al centro de acopio. La brisa de la madrugada traía consigo el eco de voces coordinando esfuerzos, el crujido de cajas siendo movidas y el murmullo de voluntarios preparando suministros. A pesar del cansancio acumulado en los últimos días, Diego se sintió revitalizado por la energía del lugar. Sabía que lo que estaban haciendo allí era mucho más grande que él mismo.Cuando vio a Adriana al otro lado del almacén, su corazón latió con fuerza. Su figura, iluminada por la luz tenue de la mañana, reflejaba una determinación que Diego encontraba hipnotizante. Ella estaba organizando una lista de entregas, con el ceño levemente fruncido y la mirada fija en los papeles que sostenía.—Necesitamos asegurarnos de que estas medicinas lleguen antes del mediodía —dijo, dirigiéndose a uno de los coordinadores.Diego sonrió al verla tan enfocada. Se acercó con pasos decididos y, cuando ella levantó la vista y lo vio, su expresión
Desde la terraza de nuestra casa, observaba el atardecer teñir el cielo de tonos anaranjados y rosados. Era uno de esos momentos en los que el pasado y el presente se entrelazaban en mis pensamientos, recordándome lo lejos que habíamos llegado. Diego estaba a mi lado, sosteniendo una taza de café mientras revisaba unos documentos de la fundación.Nuestra fundación. Nuestro sueño hecho realidad.Hace años, cuando decidimos crearla, jamás imaginamos que crecería tanto. Comenzamos con un pequeño grupo de voluntarios y hoy contábamos con cientos de personas trabajando por la misma causa: brindar oportunidades a los jóvenes de comunidades vulnerables. Pero sabíamos que llegaba el momento de dar un paso atrás y permitir que las nuevas generaciones tomaran el liderazgo.Diego interrumpió mis pensamientos con una sonrisa. —Adriana, mañana tendremos la reunión con los nuevos mentores. Creo que te encantará conocer a los candidatos.Asentí con entusiasmo. Durante los últimos meses, habíamos tra
La luz dorada del amanecer se filtraba a través de las amplias ventanas de nuestra oficina en la fundación. Diego estaba sentado a mi lado, revisando unos documentos con su característica expresión serena. Llevábamos años construyendo este sueño, ayudando a comunidades necesitadas, brindando oportunidades y esperanza. Pero sabíamos que llegaba el momento de dar un paso atrás.Sin embargo, justo cuando pensábamos que podríamos retirarnos sin sobresaltos, una nueva amenaza surgió. Un informe anónimo, cargado de falsedades, acusaba a la fundación de mala administración de fondos. La prensa se hizo eco del escándalo, y en cuestión de días, nuestro nombre estaba en boca de todos. Sabíamos que alguien, desde las sombras, quería socavar todo lo que habíamos construido.Respiré hondo, cerrando los ojos por un instante. Sentía la tensión en mi cuerpo, pero también la determinación de no permitir que este ataque destruyera nuestra labor. Diego tomó mi mano, brindándome el apoyo silencioso que s
POV de DiegoLas primeras luces del amanecer pintaban el cielo de un color naranja suave, mientras la ciudad comenzaba a despertar. Adriana y yo habíamos estado trabajando sin descanso durante días, organizando el esfuerzo de ayuda para los damnificados por el desastre natural que había azotado nuestra región. No solo era una cuestión logística, sino también emocional. Había algo en el aire, una sensación palpable de unidad que nos empujaba a seguir adelante.Desde el principio, habíamos entendido que nuestra misión no era solo entregar suministros. Era construir puentes, crear un sentido de comunidad, restaurar la esperanza en medio de la devastación. Adriana, con su enfoque decidido y su capacidad de organización, se convirtió en el pilar sobre el que muchos de nosotros nos apoyamos. Yo, por mi parte, trataba de ser la mano amiga, el oído atento para quienes necesitaban hablar. Los días se alargaban en noches interminables, pero ver cómo la gente se reunía, cómo surgían iniciativas,
Había algo especial en el aire, como si todo estuviera alineado para lo que venía. Adriana y yo estábamos a punto de llevar a cabo uno de los proyectos más ambiciosos de nuestra vida. Después de años de trabajo en la Fundación, de dar pequeños pasos hacia el cambio que queríamos ver en el mundo, habíamos decidido organizar una cumbre global. El objetivo era simple pero audaz: reunir a los líderes y organizaciones que compartían nuestra visión de un mundo más justo y equitativo. Sabíamos que no íbamos a resolver todos los problemas del planeta de una sola vez, pero creíamos firmemente en el poder de la colaboración. La idea era que al unir nuestras fuerzas, podríamos lograr mucho más de lo que cualquiera de nosotros podría hacer solo.La preparación para el evento había sido intensa. Desde las primeras reuniones en las que nos reuníamos con expertos en logística y relaciones internacionales, hasta los momentos de incertidumbre que siempre surgen cuando estás planificando algo tan grand