POV de DiegoEl viento de la noche soplaba con fuerza cuando Adriana y yo entramos en la sala de reuniones. No estábamos solos. Alrededor de la larga mesa de caoba, nuestros adversarios y aliados circunstanciales esperaban, sus miradas llenas de recelo y expectación.Habíamos llegado hasta este punto después de meses de traiciones, amenazas y luchas constantes. Pero ahora, con la conspiración expuesta y nuestros enemigos debilitados, era el momento de decidir nuestro próximo movimiento.Me giré hacia Adriana. Su expresión era firme, su postura relajada, pero su mirada lo decía todo: estábamos juntos en esto.Tomé aire antes de hablar.—Estamos aquí porque todos hemos perdido algo en esta guerra —dije, dejando que mis palabras calaran en la sala—. Pero no podemos seguir destruyéndonos mutuamente. Ha llegado el momento de una tregua.Los murmullos comenzaron al instante. Algunos se inclinaron hacia adelante, interesados, mientras que otros cruzaron los brazos con escepticismo.Uno de mis
POV de AdrianaCuando Diego regresó a casa después de su reunión con Esteban, supe que algo en él había cambiado. Caminaba con la espalda recta, la mandíbula tensa, y aunque intentaba ocultarlo, sus ojos reflejaban un torbellino de pensamientos.Esperé a que se quitara la chaqueta y se sirviera un vaso de whisky antes de hablar.—¿Cómo salió?Suspiró y se dejó caer en el sofá.—No confío en él. Pero sabe que está atrapado.Me senté a su lado, tomando su mano entre las mías.—Entonces, ¿crees que aceptará el trato?Diego giró su vaso lentamente entre los dedos.—Si tiene algo de sentido común, sí. Pero Esteban nunca ha sido alguien que acepte la derrota fácilmente.Sabía que tenía razón. Esteban no era el tipo de persona que se retiraba sin luchar. Habíamos logrado ponerlo contra la pared, pero eso solo significaba que intentaría algo desesperado.—No podemos relajarnos todavía —dije en voz baja—. Hay que prepararnos para lo peor.Diego asintió y apretó mi mano con fuerza.—Siempre lo h
POV de AdrianaEl olor a humo ya no estaba en el aire, pero aún lo sentía dentro de mí, pegado a la piel, incrustado en cada recuerdo. Habían pasado semanas desde el incendio, desde la noche en que las llamas se llevaron más que madera y concreto. Se llevaron sueños, hogares, y en algunos casos... personas.Hoy decidí enfrentar lo que había estado posponiendo: visitar personalmente a las familias afectadas. Podía seguir enviando víveres, psicólogos, voluntarios, todo lo que fuera necesario, pero había una deuda más profunda, una herida abierta que solo podía intentar sanar dando la cara.La primera casa—bueno, carpa—estaba ubicada en el extremo del campamento provisional. Unas lonas verdes, sucias por la lluvia y el polvo, apenas lograban mantener el calor adentro. Toqué suavemente el marco improvisado de madera, anunciándome.—¿Señora Bustamante? —pregunté con voz firme, pero cálida.Una mujer de rostro enjuto y mirada hundida apareció desde el interior. Al verme, su expresión cambió.
POV de ADRIANALa mañana comenzaba a despuntar en el horizonte, iluminando con suavidad las montañas cercanas. El aire fresco de la madrugada entraba por la ventana, pero yo no podía evitar sentir un peso en el pecho. Era un día como cualquier otro, pero para mí, cada día se sentía diferente. Estaba en un punto de mi vida en el que todo parecía estar a punto de cambiar, pero no estaba segura si eso era algo bueno.Me senté en la ventana de mi habitación, mirando la ciudad que se despertaba lentamente. La calma de las primeras horas me proporcionaba una sensación de paz, algo que había estado buscando durante mucho tiempo. Solía sentirme en control de mi vida, pero todo eso había cambiado en los últimos meses. El desastre, la tragedia, los recuerdos de lo que perdí… todo eso me había dejado una marca profunda.—Es solo un mal sueño, Adriana —me decía a mí misma, pero ni yo misma me lo creía.Había sido una mujer pragmática, siempre enfocada en mis estudios, en mi carrera, en mantener mi
POV de ADRIANAPero hoy era diferente. Hoy todo parecía estar en el aire, un poco más pesado, como si la tensión estuviera en cada rincón de la casa. No podía quitarme esa sensación, esa sensación de que algo importante estaba por suceder. Había algo en el aire que no podía ignorar.Me miré al espejo mientras me lavaba la cara. Necesitaba estar lista para lo que viniera. ¿Y qué venía exactamente? No lo sabía. Tenía tantas dudas en la cabeza. La vida últimamente me había dado tantos giros inesperados, y aunque trataba de mantener la calma, la ansiedad no me dejaba en paz. Todo esto de ser parte de un equipo para reconstruir el pueblo afectado por el desastre natural, la presión de ser la líder… nunca pensé que me encontraría en esta posición. Nunca pensé que tendría que ser tan responsable por tantas vidas.Dejé escapar un suspiro mientras me vestía. Mi teléfono comenzó a sonar. Era Juan. A veces lo odiaba por ser tan directo, pero en momentos como estos, agradecía que fuera tan... real
POV de DIEGOMe desperté temprano, como siempre. El sol aún no había salido, y yo ya estaba levantado. Aunque la luz de la madrugada apenas se filtraba por la ventana, ya sabía que este día sería como los demás, una rutina en la que, aunque la situación a mi alrededor cambie, yo sigo siendo el mismo. Pero, a veces, cuando las cosas se vuelven demasiado estables, empiezo a cuestionarme qué tan bien está todo en realidad.Mientras me preparaba para salir de la casa, escuché la voz de mi madre desde la cocina. Siempre me llama antes de que me vaya, no importa la hora. Le da esa tranquilidad saber que al menos no me olvido de darle un beso antes de enfrentarme al día.—Diego, ¿ya te vas? —me preguntó, aunque sabía perfectamente que sí, que me iba. Había aprendido a no hacer demasiadas preguntas últimamente. Las respuestas siempre eran las mismas.—Sí, mamá, ya. Solo voy a tomar un café y ya me voy —le respondí mientras me servía un poco en la taza que había dejado sobre la mesa.La miré. S
POV de AdrianaEl apartamento estaba en silencio. Demasiado silencio. El leve zumbido del refrigerador era el único sonido que llenaba la habitación mientras yo me sentaba en el borde del sofá, con la mente perdida en pensamientos lejanos. Ya no estaba segura de qué hora era. El mundo afuera parecía distante, desconectado de todo el caos que sentía por dentro. Diego había vuelto a llamar. Ya habían pasado varios días, y cada vez que me llamaba, dudaba en contestar. No es que no me importara, pero cada vez que veía su nombre en la pantalla de mi celular, un peso se asentaba en mi pecho.No debería haberlo ignorado. Lo sabía. Pero tenía mis razones. O al menos me convencía de que las tenía.Miré mi teléfono sobre la mesa de café. Su nombre parpadeaba, casi burlándose de mí. ¿Por qué sigue insistiendo?Él sabía lo que había pasado la última vez. Lo que sucedió entre nosotros. La discusión todavía retumbaba en mi cabeza como un disco rayado. La manera en que me había dicho: “Nunca dejas qu
POV de DIEGONo sabía exactamente qué esperaba al ir a buscarla. Solo sabía que después de la llamada que recibí de Nora, algo en mí se quebró. Las piezas empezaban a encajar, pero el dibujo que formaban me desgarraba por dentro.Toqué el timbre con la mandíbula apretada, y esperé. No pasaron más de cinco segundos antes de que Adriana abriera. Tenía la expresión sorprendida, pero no del todo.—Diego… —su voz era apenas un susurro.—Tenemos que hablar —dije seco, sin rodeos.—¿Ahora?—Ahora.Ella asintió y se hizo a un lado para que pasara. Cerró la puerta con cuidado, como si eso fuera a evitar la tormenta que venía. Caminé directo al salón sin esperar invitación. Mis pasos eran firmes, mi pecho un incendio.—¿Qué pasa? —preguntó, aunque yo sabía que intuía lo que venía.La miré. Directo. Sin pestañear.—¿Desde cuándo sabías que tu madre me conocía?El silencio cayó como una piedra. Su rostro perdió el color. Esa fue mi respuesta.—No fue… no fue intencional —balbuceó—. Yo solo…—¡¿Cuá