POV de Adriana
El aire en la sala de juntas era sofocante. No por la temperatura, sino por la tensión que se había acumulado entre Diego y sus enemigos. Estábamos al borde de un enfrentamiento que definiría el futuro de la empresa, y yo sabía que las heridas que se abrirían hoy podrían nunca sanar.
Diego estaba sentado al frente de la mesa, con el rostro impasible. Sus ojos oscuros no mostraban emoción, pero yo podía sentir la furia contenida en cada uno de sus movimientos. Al otro lado de la mesa, sus rivales lo observaban con cautela. Sabían que habían jugado con fuego y que ahora estaban a punto de enfrentarse a las consecuencias.
—Espero que tengan algo más inteligente que decir esta vez —dijo Diego con voz fría.
El líder del grupo contrario, un hombre de sonrisa calculadora llamado Esteban, se inclinó levemente hacia adelante.
—No estamos aquí para discutir, Diego. Estamos aquí para tomar lo que nos corresponde.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Esta no era una simple lucha