– ¿tiene seguridad? – pregunto en automático.
– Si, tres de mis chicos, dos con la niña y la niñera, uno con ella.
– Muy bien, has aprendido – me felicitó el condenado – déjame ver por este lado, felicita a la novia – sabía que estaba bien informado – diles a mis sobrinos que estaré por allá pronto.
– En tu nombre, y espero sea verdad – aprendí enseguida.
Así nos despedimos, cuando volví a la oficina de Kira las chicas ya estaba allí, de esa forma salimos rumbo al aeropuerto en donde todo sería sorpresas, nuestra llegada a Roma pasó más rápido de lo que pensaba, disfrutamos el día entre tiendas de vestidos, zapatos y coronamos con un relajante paso por un spa, en donde nos consentimos.
Cuando nos separamos de Kira, le encargué mucho que se cuidara, para luego