Bruno me cubre los ojos con una manta, la verdad es que no estoy muy bien para más sorpresas. Me pregunto que estará planeando.
—Me puedo caer— me aferro a su brazo y el ríe
—Jamás te dejare caer.
Me toma entre sus brazos y lleva a algún lugar cálido, puedo oler tierra mojada, pasto, flores y un poco de incienso. Vuelve a poner mis pies en el suelo y desata la venda. Me encuentro con un hermoso kiosko en medio de la carpa ya instalada que había mencionado Toño.
Este está rodeado de una hermosa enredadera con girasoles y pequeñas flores amarillas, se ilumina con velas a una muy tenue luz.
La mesa es preciosa, adornada con un mantel de encaje color ocre, dos grandes velas están en el centro y se adornan con girasoles enormes, es tan hermoso que las lágrimas están por brotar.
—Es muy bonito— la sonrisa no cabe en mi rostro, B