Nancy Parker
Cuando llegamos a casa de Camila, lo hacemos tomados de la mano en horas del medio día y la abuela sonríe
— ¡Hasta que al fin aceptaron lo que sienten!— Exclama, ella contenta.
—Hola— saludo con timidez, nuestros hijos ni siquiera nos escuchan jugando entre ellos en el jardín
— ¿Co