Rodrigo
Me gusta lo que escucho. Es agradable, es suave, es… ¡agua!
Abro los ojos de golpe y trato de sentarme donde sea que esté. La habitación está en semipenumbra y me cuesta acostumbrarme, pero al menos reconozco que estoy en una cama y no en el suelo de algún galpón abandonado. Aunque la parte de estar casi desnudo no ayuda mucho.
Los primeros rayos de sol luchan por entrar a través de las cortinas de una ventana. Y yo recuerdo muy poco.
Fui a casa de Lizzie a parlamentar, jajaja como si estuviéramos en guerra. Vi a Aitana, me tomé una copa de vino y luego… luego…
—¡Esa bruja! —exclamo y a mi lado escucho un ronroneo.
Me giro y ahí está, la mujer de mis pesadillas, durmiendo apaciblemente abrazada a una almohada, con mi camisa puesta y en bragas. Mi amiguito despierta en menos de un segundo cuando veo