Mientras caminaba por las calles, seguía recordando, esta vez su memoria reprodujo los recuerdos de cuando fue a hablar con su tío, para pedirle la libertad de Valeria.
-Te lo dije querido sobrino. Aquí se entra, pero nadie sale.
-¡Es mi hermana, tu sobrina, no puedes tenerla aquí!
-No la traje, ella quiso venir por su propio pie.
-Te aprovechaste de nuestra necesidad, sabes que lo hace por mi madre.
-Yo no la obligo Vicent, es ella quien quiere venir aquí a trabajar. Ya está aquí, ahora me pertenece, no puede irse. Aunque podemos llegar a un a cuerdo.
-¿Cuál?- preguntó con el alma en vilo.
-Sabes que no tengo hijos, no quiero que mi trabajo se pierda, necesito que alguien herede mi dinero, mi esfuerzo, y ése debes ser tú. Si vienes a trabajar conmigo, Valeria puede irse.
Vicent, lo miró con odio, porque estaba aprovechando la oport