George se enderezó y miró de nuevo a Lenis.
—Mamá se había casado con ese imbécil, esa era la noticia por la que Peter me llamó. Así que la cité para verme con ella y tuvimos una de las peores discusiones. No lo podía creer, ¡ella no daba su brazo a torcer! —gruñó las palabras—. Lo peor fue que, todo lo que le dije que le sucedería, ocurrió. Él vuelve a engañarla en tan solo unos meses y empezó a quitarle dinero, la dejó en bancarrota el muy maldito y hasta utilizó su nombre y apellido para sus estafas. Hizo lo mismo que con Peter, la metió en problemas serios. Y no solamente a ella, a mí también. Allí fue cuando Turgut escapa por primera vez yéndose a la capital. Y no se detuvo.
Lenis secó su cara y tragó de nuevo.
—Ahórrate todo lo demás —le dijo con la voz completamente quebrada. George respiraba acelerado desde hace rato y apenas se daba cuenta—. Toda esta historia, todo esto que me estás contando… no puedo creerlo, George.
—Lenis…
—Es imposible. —Él apretó la mandíbula al esc