Capítulo 2

—Necesito que investigues a esta mujer. —Maximiliano cedió una carpeta a su jefe de seguridad.

Peter Embert, un hombre de cuarenta años y de cabellos rubios, musculoso gracias a su estricta rutina de entrenamiento físico, revisó los documentos que le había dado su jefe. Después de observarlos, preguntó:

—Es hermosísima esta mujer. ¿Puedo saber qué buscas?

—Nada en específico, mero protocolo. Empieza mañana a laborar aquí y no me dio tiempo pedírtelo antes. —Explicó aquello mirando para todos lados menos a él, sabía lo que vendría a continuación.

—Disculpa, ¿escuché bien? ¿Entendí que la señorita… —miró de nuevo los documentos— Lenis Evans empieza a trabajar acá mañana?

—Sí. —El CEO aún fingía acomodar papeles y tomar café, pero hubo un breve silencio que le hizo mirarle—. ¿Qué pasa?

—¿Por qué la contrataste sin decirme nada?

—Te dije que no me dio tiempo.

—No me vengas con esas…

—¿Has leído su currículum? —le interrumpió.

—Sí, está preparada, pero será tu asistente «personal», es un cargo de mucha responsabilidad y me parece muy extraño que no le hayas dicho que la llamarías, pudimos haberla investigado antes de contratarla. —Silencio en la sala—. Ni siquiera sé porqué te lo digo, no creo que haga falta.

Maximiliano evitó poner los ojos en blanco y siguió en sus quehaceres de oficina, pero luego de otro largo silencio, se preguntó por qué el jefe del departamento de seguridad de la empresa aún no había despegado su cuerpo de la silla para ir a cumplir con su trabajo.

—¿Qué sucede, Peter? Quédate tranquilo. Fue mero sentido de la oportunidad. Si no la contrataba, alguien más lo haría...

—¿Fue por su físico que la contrataste así de rápido? —Miró la foto que aparecía en el currículum de la joven sabiendo que su amigo no le respondería esa pregunta—. Ok, está bien, investigaré, pero no vuelvas a contratar a nadie sin decírmelo, sabes el riesgo que se corre.

—Lo sé. —Peter se levantó de su silla y a punto de salir de la oficina, Maximiliano lo detuvo—. Y no la contraté por eso que dijiste, que conste en acta.

El agente se echó a reír burlándose del CEO.

—Sí, claro, «aprovechaste» la oportunidad. —Sonrió de medio lado y salió del despacho.

***

Peter estaba verdaderamente intrigado. La mujer no arrojaba nada en los documentos municipales más allá de su nombre y su posición electoral, nada más. No tenía multas, ni siquiera un pago de impuesto o  registro de alquiler, algo casi imposible en aquella ciudad. Las únicas personas que vivían de esa forma eran aquellas que pagaban en dinero negro y eso solían hacerlo los turistas o delincuentes, y si ella estaba buscando un trabajo permanente, turista no era, pero no sabía si era o no lo segundo.

Peter siguió analizando luego de lo que había investigado. Lenis Evans bien podía ser una turista más, a quien le había gustado tanto la ciudad que quiso quedarse. Tal vez, durante su estadía, supo de la búsqueda de empleo en el consorcio y decidió probar suerte…, sí, eso podía ser, pero ¿por qué aparecía en el registro como «ciudadana»?

Con un contacto suyo, revisó data de hoteles; desde los más económicos, pasando por hostales o residencias familiares, hasta los hoteles más exclusivos. En sus registros no aparecía ninguna Lenis Evans, así que no había de otra: ella tuvo que alquilar un piso en dinero negro, como antes había pensado.

Del mismo modo, investigó propiedades por su apellido. Nada, ella no pertenecía a los Evans de aquella localidad. Y era extraño, todo le parecía raro. La presencia de ella en la entrevista de trabajo ya le estaba oliendo muy mal.

La única manera de poder averiguar mejor las cosas era encarándola; una muy mala idea, si de experiencias él sabía. Por supuesto, prontamente Peter correría a contarle todo a su jefe para que estuviese al tanto y poder decidir qué hacer con la nueva asistente.

El jefe de seguridad también rastreó datos de su existencia en las listas municipales de ciudades aledañas. Se dio cuenta que no había tan siquiera cambios de nombre, eso lo llevó hasta sus viejos contactos (algunos de dudosas procedencias) y ninguno de ellos conocía a esa mujer, no la recordaban, tampoco se había cambiado el nombre de manera ilegal, con ninguno de ellos lo había hecho. Peter llegó a la conclusión que alguien dentro de la municipalidad y sus departamentos la estaba ayudando a conseguir ese trabajo, y no quería pensar que alguno de sus contactos le mentía.

Varias cosas no tenían sentido para él, quería atar cabos y saber la verdad de una vez, y sobre todo, era premisa antes de conocer a Lenis Evans en persona: le parecía soberanamente rara la rapidez con la que su jefe la había contratado, algo tenía que tener esa mujer, Peter ya lo entendía y no la había visto en carne y hueso, solo en una fotografía tipo carnet.

Y era hermosa según la foto y Maximiliano un hombre y además soltero, y era de conocimiento para todo el mundo su amplio gusto por las féminas, así que fácilmente pudo haber quedado encantado por la mujer y su buen currículum, el cual —por cierto— hablaba de poseer una referencia laboral anterior, y con respecto a eso, contactó a la empresa reseñada en los papeles: Lenis Evans aparecía en el registro interno de aquella compañía, pero al mostrar la foto a algunos empleados, nadie la conocía.

***

—¿De dónde me estás llamando? ¿Y ese número?

—Es mi primera línea comprada con el nombre de Lenis Evans, ¿qué te parece?

—Un riesgo.

Lenis casi pone los ojos blancos al escuchar lo que la voz masculina al otro lado de la línea le decía. Necesitaba informarle de todo a su único contacto de confianza, pero no quería ser regañada.

—¿Qué pasó? Cuéntame. ¿Por qué me estás llamando? —le preguntó aquel.

—Por algo importante… ¡Me dieron el trabajo!

—¿Qué trabajo? —preguntó la voz teñida de alarma.

—A partir de mañana seré la asistente personal del CEO de una compañía de acá. —Se hizo el silencio a través de las líneas—. ¿No me vas a decir nada?

Lenis escuchó una especie de exhalación exasperada y arrugó el entrecejo.

—¿Te has puesto a pensar por un momento en lo que harán en ese «maravilloso» trabajo cuando se den cuenta de quién eres?  —Ella no respondió—. ¿Crees que no te investigarán?

Luego de un breve momento en silencio, ella habló:

—Mi nuevo jefe me preguntó por qué elegí aprender turco y le dije que por mi padrastro. —No había terminado de decirlo cuando ya apretaba los párpados por el error cometido.

—¡¿Por qué hiciste eso?!

—No te preocupes, dije que estaba muerto. —Ella puso cara de circunstancias al decirlo y recibió una risa para nada graciosa del otro lado de la línea.

—¿Diste su nombre?

—No.

—Pero lo hubieses dado, ¿cierto? Te conozco, no te gusta mentir y sé que estás sufriendo, pero sabes que ahora no podrás seguir inventando cosas porque te investigarán, darán con la verdad. —Se hizo un nuevo silencio—. No sé si podré seguir ayudándote. —Ella tragó grueso—. Una mentira tapando otra…

—Y una nueva vida que empezaré a creerme —completó ella la frase que su contacto de confianza tanto le había recitado.

Se hizo de nuevo el silencio.

—Averigua quién es el jefe de seguridad de esa empresa y cáele bien. Hazlo con cuidado. Y pórtate igual con tu jefe.

—Ok.

—Cuídate la espalda. Tienes derecho a vivir tu vida y hacer todo lo que te propongas. —Lenis tragó para bajar el nudo en su garganta—. Voy a agregar datos sobre una herencia ganada con la muerte de tu padre, modificaré bastantes cosas. Dame media hora cuando mucho para pasarte los datos que necesitarás.

—Pero, ¿dónde queda lo de “una mentira tapando otra”?

—Cuando llegue el momento, dices que quisiste protegerte, ya que has ganado una herencia importante y puedes salir perjudicada…

—No creo que sea conveniente mentir tanto así.

—Dijiste mucho, no tenías que haber dicho nada. Crearé la evidencia de la herencia, así que espera mi mensaje. Memorízalo o anota en un lugar seguro los datos que te daré. Borraré el rastreo a futuro de llamadas y textos de este móvil, ¿ok?

—Ok.

***

En el transcurso de una semana, Lenis logró arrancar con buen pie en su nuevo cargo. Sabía que adaptarse a las exigencias de un nuevo jefe no era fácil, pero no imposible. Daba gracias al cielo de no haber sido interrogada por nadie todavía.

Sin embargo, Peter (la sombra de su jefe) lanzaba miradas de pocos amigos en su dirección, miradas sospechosas que en ocasiones la ponían muy nerviosa, imaginando siempre los peores escenarios. Pero, para concentrarse en eso, debía obviar el montón de trabajo que se le vino encima, algo imposible de suceder, así que seguía agradeciendo a todas las deidades que recordaba que, cada vez que el musculoso Embert se atravesaba en su camino, no la acorralase.

Pero lo que Lenis no sabía era que el rubio y desconfiado Peter se había obsesionado con ella y le había comentado de aquella obsesión a Maximiliano. El jefe estaba enterado de las rarezas en la identidad de la mujer, pero Lenis ya estaba demostrando lo eficiente que era, tan eficiente que parecía mentira. Además, su hermosura, la forma cómo trataba al público y a los empleados, su ingenio y perspicacia en todo momento, su delicadeza al tocar asuntos especiales sobre filantropía y su tacto con el resto del personal de Bastidas, eran factores de mucho peso para el CEO, quien le había dicho a Peter en una oportunidad: "si ella esconde algo oscuro, en cualquier momento lo sabremos y ya veré qué hacer". El jefe de seguridad solo negaba con la cabeza cuando recordaba esas palabras.  

La primera vez que Peter la vio, luego de entender porqué las personas a su alrededor quedaban atontados por ella, decidió seguirla. Uno de esos días, la ciudad celebraba la feria local y era perfecto, ya que necesitaba saber qué hacía Lenis Evans en su día libre.

Pudo ver cómo la chica salió de su casa con un conjunto sencillo de ropa (jean, camiseta blanca, chaqueta azul y zapatillas bajas), caminó hasta el centro de la ciudad (el cual no le quedaba lejos de allí), se comió un postre junto a una cerveza y de vuelta a su casa. No se encontró con nadie, no cuadró cita con ninguna persona y tampoco visitó a ningún familiar o conocido. ¿A caso ella no tenía amigos? Era demasiado extraño para él. No podía creer que no tuviese algún encuentro furtivo con algún amante, un novio, algún pretendiente que la invitara a pasear ese día tan importante.

En su perenne investigación sobre ella, supo que había estudiado en todos los lugares mencionados en su currículum, aparecía en la data de la universidad y de las instituciones de idiomas, pero igual como pasó con la referencia laboral, nadie la había escuchado nombrar. Uno de los profesores mencionó que esa mujer de cabello negro y ojos grises le recordaba a alguien, se le hacía conocida, pero no lograba dar  con el nombre de esa persona y agregó que muchos estudiantes toman cursos a distancias, así que ese bien podía ser el caso de la chica.

Peter estaba preocupado, le angustiaba que Lenis fuese alguien negativo para la compañía, que en algún momento explotaría alguna verdad, algún escándalo que comprometiera los intereses corporativos de Maximiliano. Necesitaba descubrir quién era Lenis Evans antes de que fuese demasiado tarde.

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