Al día siguiente: 21 de julio
Se suponía que anoche hablaría con Miguel para contarle del plan que Haizea y yo habíamos hecho, pero la vida de un agente de la DEA es impredecible y una misión hizo que todo se retrasara. Mis ansias no han ayudado a que la noche fuese amena y a pesar del gran esfuerzo de Haizea por tranquilizarme, no he podido dormir casi nada. Es difícil seguir con tu vida como si nada cuando se encuentra droga y dinero en tu empresa. Mucho más cuando eso puede hacerte terminar en la cárcel injustamente.
La taza de café en mi mano aun está caliente a pesar de que me he quedado en blanco mirando hacia el jardín. Mi cuerpo está aquí, pero mi mente hace viajes sin regreso a los diferentes escenarios posibles provocando que un leve toque en mi hombro me sobresalte.
—Soy yo amor, no te asustes —escucho su voz y solo ella puede hacerme sonreír.
Volteo para verla y me encanta como se ve con ese camisón de seda color rosa pálido.
—¿Cómo me has llamado? —pregunto con picardía