EMMA.
Era lunes por la mañana cuando había terminado la tercera sesión del juzgado, y solo pude apretar mi cuello cuando llegué a la oficina, y me senté en la gran silla de Noah para encender su computadora.
Me dolía un poco la cabeza de escuchar la sarta de mentiras con las que Jhon alegó todo, y aun su mirada fría como si me dijera que tenía un plus para finalizar.
No sé por qué me sentía extraña en esta etapa. Tal vez era porque iba a cerrar un ciclo muy importante en mi vida, y aunque estaba aprendiendo que debía asimilar que ya nada era igual ahora, estaba segura de que después de todo esto, necesitaba tomarme un respiro alejada de todos.
Incluyendo a Noah.
Pero, ¿me alejaría de él por si sola, o esperaría el momento en que él mismo me dijera que las cosas terminarían?
Las disputas de los abogados fueron una batalla, y ahora mismo quería decirle a Noah que prefería no pelear.
Trabajé toda la mañana sabiendo que el viaje de Noah se había alargado, y que llegaría tal vez mañana por