EMMA.
Noah masticaba su comida en silencio, y yo hice lo mismo cuando me sonrió.
—¿Qué? —me preguntó tomando su copa de vino y negué.
—Sé que me has dicho que te atrajo mi fragilidad… y que todo en mí demostró que estaba en la mierd@… pero, ¿solo te atraen las mujeres indefensas?
Y sentí que se tensó un poco.
Tomó la servilleta para limpiarse la boca, y luego me miró.
—No es solo eso Emma, no busco indefensas… cuando una persona está lastimada, está susceptible, y puede experimentar las cosas con más intensidad… son más llevaderas, y por supuesto, más entregadas.
Asentí.
—¿Desde cuándo tomaste la decisión de tener relaciones esporádicas, y de alguna forma poseer a la persona que está contigo ante esa fragilidad…?
Noah apretó su mandíbula y negó.
—Nunca hablo de ese tema con nadie, nunca expondré mi causa, nena…
Claro. Yo no iba a ser la excepción. Así que cambié el curso de la conversación.
—Dijiste que proteges a Andrea… ¿Alguien quiere hacerle daño?
Él negó de nuevo.
—No a ella… a m