Al día siguiente, con un rápido movimiento, abrió su diario y lo leyó sin mucho interés. Su noche había sido corta, y adormecida por tórridas fantasías, en las que, Apolo sometía a la joven a sus deseos, a su antojo. Se había despertado sudando, con la libido desatada. Se había sometido a vigorosos ejercicios durante una buena hora para acallar sus salaces pensamientos. Su teléfono sonó justo cuando sus sueños volvieron a perseguirle.
- ¿Hola?
El tono de su voz era duro, pero no pudo controlarlo.
- Penélope St. George, de veintiocho años, que vive en Seattle, y que se encuentra en estos momentos en el este de Moscú con un hombre llamado Nicolai Stavovich.
Apolo cerró los ojos.
- Perd&i