EL HIJO SECRETO DEL MAFIOSO.
EL HIJO SECRETO DEL MAFIOSO.
Por: Naths
Prólogo 

Matías era un chico de clase humilde, su error fue enamorarse de manera obsesiva de Ignacia, una muñeca bonita pero muy fea y desagradable en su interior. En su arrogancia, presumía más de lo que tenía porque su belleza exterior, aunada a los halagos de su madre, la habían convertido en una persona egocéntrica que solo se fijaba en ella y en nadie más. 

Estaba enamorada de Sebastián, un ser vil que solo utilizaba a los demás para beneficio propio. Ignacia, como la ingenua que era, creía que no había nadie mejor para ella que él, debido a su posición social encumbrada, mientras que la del pobre diablo, que le profesaba amor incondicional, era pobre y trabajaba en un Delivery.

Matías, entusiasmado y lleno de ilusiones, llevó a un parque a la dueña de sus pensamientos y le declaró su amor. Esta fue la primera ofensa que él obtuvo de parte de ella; la muchacha no tuvo reparos en llamarlo mendigo y pordiosero. Lo humilló delante de todos los presentes que miraban la escena con pena al ver la cara del joven al que se le apagaba la mirada.

Para Ignacia, llamarlo de esa forma no estaba mal porque le habían enseñado a separar las clases sociales, y eso la había convertido en una persona vacía y negra en su interior. Pero para su enamorado, la mejor manera de conquistarla y cambiar su manera de ser, era siendo dulce y llevándole flores al colegio donde ella asistía.

Como estaba en el último curso, Ignacia, se sentía poderosa y por esa razón empezó a rebajar delante de sus amigas al pobre chico. Cuando sus palabras salieron de su boca, todos comenzaron a reír, en especial al pisotear con asco las flores que le regaló diciéndole: «Mira lo que hago con tu regalo barato».

Las amigas de la joven, que eran más maliciosas, le propusieron acostarse con el crío para luego darle el tiro de gracia. Para ella, que no era virgen, no le supuso ningún problema porque el chico era muy apuesto y le producía cierto morbo. Aceptó llevarlo a la cama para que gozara y viera las estrellas junto a ella, pero al acabar, debía burlarse dándole la estocada final, hundiéndolo en lo más profundo.

Se disculpó con Matías, diciéndole que lo mal que lo trato cuando fue al colegio por miedo a perder la amistad de sus amigas, pero que la realidad era que le gustaba y deseaba que se acostaran. Él obnubilado y con el corazón a mil por la confesión de la chica, aceptó. Se gastó todo su sueldo para llevarla al mejor motel luego de invitarla a cenar.

Nunca se imaginó que ese día su destino se marcaría debido a las palabras crueles de la mujer que amaba con locura. Después de pasar la mejor noche de su vida, ella se vistió, lo miró a los ojos y le dijo con una gran repulsión reflejada en su mirada…:

—¡Mírame bien! Esta ha sido la primera y última vez que estarás con alguien como yo. Eres muy poca cosa, un naco que no tiene ni vale nada. ¡¡Jamás, óyelo bien para que se te grabe en esa tonta cabeza sin cerebro que tienes, jamás estaré con alguien como tú!! —chilló rompiendo las ilusiones del chico al que se le llenaron los ojos de lágrimas.

El muchacho bueno y de gran corazón, se frustró, sintiendo que su alma se resquebrajaba; por eso, manejado por la ira que le provocaba, recordar esas palabras tan hirientes que le espetó su amada… Quiso empezar a tener dinero, mucho, para luego restregárselo en la cara a esa mujer que lo había matado en vida.

Desapareció y se metió en negocios peligrosos. Comenzó a transportar drogas en México para pasarlas por la frontera Americana, todo lo hizo para ser adinerado y poder tener a su capricho, como él la nombró en el momento que ella lo dejó desnudo y hecho añicos en esa habitación de hotel. 

«Capricho mío, serás para mí, cuésteme lo que me cueste, y pagarás muy caro todo el daño y humillaciones que me ocasionaste», se decía mientras viajaba de un lugar a otro con grandes cargamentos de mercancía.

Lamentablemente, sus malas decisiones y acciones, tuvieron consecuencias nefastas para el hombre que había dejado toda dulzura para convertir su espíritu alegre en uno de pura frialdad. Su aura dejó de brillar y solo quedó en él una oscuridad aterradora. Por eso, cuando debido a un fallo técnico fue capturado con un gran cargamento, no se desesperó.

Luego del veredicto del juez, su vida cambió. Tras las rejas dejó salir todo el odio y el rencor que llenaba su alma; poco a poco, junto a sus informantes y aliados, comenzó a crear su imperio, un mundo donde al salir lo mostraría como un gran hacendado. Sus confidentes le daban señas de todos los movimientos de Ignacia, sabía que se había casado y formado una linda vida, esa con la que soñó para ellos.

Pero lo que no sabía ella es que él le quitaría todo, la quería ver en la ruina y suplicando piedad, por eso, cuando su padre intentaba levantar un negocio, él movía sus hilos haciéndolo fracasar. Gracias a su mano derecha, obtuvo unas tierras prominentes cerca de la hacienda «La Niña».

Esta propiedad era del esposo de Irina, la hermana del medio de Ignacia. Sus hombres le habían contado que la madre de esta la había vendido al hacendado sin que ella lo supiera, todo para intentar mantener un estatus que habían perdido gracias a su mano negra que no permitía salir adelante a la familia de su tan adorado y odiado amor.

Al salir de la cárcel se mantuvo en las sombras, observaba lo que ocurría en el hogar de Miguel, que día a día se hundía más. Observar cómo se desmoronaba el matrimonio de la culpable de sus sufrimientos, lo llenaba de alegría. Sabía que pronto la destrozaría, obtendría su venganza y la vería llorando lágrimas de sangre, porque una mujer tan altanera y egoísta como ella no se rebajaría a trabajar de sirvienta.

Mientras cavilaba en todo el dolor que le ocasionaría a la principal culpable de todo, conoció la historia de Irina y Orlando. Al saber que Miguel era un hombre vil con las mujeres, comenzó a urdir un plan para destruirlo, adelantando su venganza y orillando a su antiguo amor a vivir mendigando en las calles. Deseaba verla humillada para poder gritarle a la cara, que tanta altanería no le sirvió de nada porque no era más que una sucia sirvienta, una naca.

Y pensando en todo lo que le haría vivir, dejó pasar los días, porque sabía que su futura suegra, no perdería la oportunidad de vender a una de sus hijas; es más, ya lo estaba haciendo. Lo que la ingenua mujer no sabía, es que él no aceptaría a la menor, sino a la mayor. Tenía muy claro sus objetivos, se casaba con Ignacia, o dejaba de llamarse Matías.

«La cuenta regresiva ha comenzado, conocerás el infierno en vida, tic tac, capricho mío, tic tac».

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