Mientras la madre de Joaquín entraba en la habitación, Lea se disculpó con su amiga.
—Discúlpame si cometí una imprudencia —comenzó a decir Lea—, pero es que la vi tan angustiada, que no pude negarme a su petición.
—No te preocupes Lea, todo está bien, yo me encargo de eso —la tranquilizó.
—Dile