Katerina Ivanov, dejó escapar lágrimas de felicidad. Había llegado a pensar que por él carácter de Sergey frío y huraño no tendría nietos, ella deseaba conocer su descendencia y ahora estaban sus nietos en la sala de estar, se sentía como un milagro.
— Sergey, ¿Ellos son...? ¡No puedo creer que por fin los hayas encontrado! ¿Cómo fué? ¿Dónde fue...?
— ¿Quién es ella, papá? ¿Ella es tu madre? — El curioso Aleksey preguntaba a su padre.
— Si, ella es mi madre, por lo tanto es su abuela. Mamá, los encontré, ellos estaban en América, los he traído a qué los conozcas y que te conozcan. — Sergey sabía cuándo deseaba su madre tener algún día a sus nietos en sus brazos al igual que él
— ¡Que felicidad tan grande! ¡Vengan aquí pequeños, denle un abrazo a su abuela! — la elegante señora Ivanov abrió sus brazos esperando recibir a los pequeños.
Alexander sonrió y fue acercándose poco a poco a la mujer. El niño era muy cálido, él se abrazó a su abuela. A Alexandrito le fascinaba re