No te vuelvas a ir papá, si lo haces llévame contigo.
Al CEO ruso lo pasaron a qué recogiera su reloj, cartera y cinturón, de haberlos llevado con él, lo habrían asaltado en la celda.
Adriano ya lo esperaba justo en la salida acompañado del senador Montana.
— Vaya, Adriano tengo que confesarte que te sabía un buen abogado, pero esto... Esto es... sorprendente, solucionaste todo en tiempo récord, ¿Que fue lo que pasó?
— Paso que el comandante y el abogado del tipo al que golpeaste se coludieron para actuar en tu contra y darte sabra el diablo cuántos años de prisión. Pero...
— Pero afortunadamente los contactos son muy importantes, el CEO Montana vino y puso en evidencia al comandante, ya no será más un problema, tampoco ese hombre, Carlos Ontiveros. Por cierto, ¿No te robaron nada ahí dentro?
— Entonces, tú... ¿Viniste a ayudarme? Y no, Adriano, me protegiste bien, gracias por eso. — Sergey estaba escéptico, Montana era quien había ayudado a su cuñado a esconder a Isabella cuando la buscaba día y noche.
— Si... te lo debía