Sergey se llevaba dos dedos al puente de su nariz, estaba haciendo el máximo esfuerzo por no perder los estribos y hablar civilizadamente con la mujer que lo dejó y ahora se dedicaba a ser chef.
— Estoy esperando que me respondas Isabella, ¿En dónde están mis hijos?
— ¡No te lo diré, no tienes derecho a preguntar por ellos, que te quede claro que los niños son solo míos! Debo regresar a trabajar y te agradecería que no volvieras a acercarte a mí. — La mujer se dió media vuelta para marcharse, pero la latigueante voz del hombre se escuchó.
— ¡No te atrevas a dejarme aquí hablando solo! — El aura de Sergey Ivanov era oscura, dominante, a Isabella le temblaron las piernas aunque trato de disimularlo, ella estaba a punto de responder pero unas vocecitas se le adelantaron.
— Mamá, ¿Qué te está haciendo ese señor? ¡Alexander llama a seguridad, este señor está atacando a mamá! — Alexandro pidió a su hermano.
Los trillizos aparecieron, eran hermosos, los tres vestían de traje co