El sábado.
Ese sábado, Zoé estaba realmente positiva, ella estaba segura de que cuando se reuniera con el dueño del local que le gustó, este se lo arrendaría.
-Mi niña, vamos a almorzar, aun tengo todo el dinero que me has pagado desde que cuido a Danielito, yo no tengo en quien gastarlo, tu no me dejas pagar nada de la casa, así que vamos, tenemos un almuerzo de negocios, necesito hablar contigo, dijo Rosa seriamente.
-Mamá Rosa, te he dicho muchas veces que ese dinero es para ti, yo no tengo con que pagarte lo que has hecho por Dani y por mi, tu eres una verdadera medre para mi y un abuelita encantadora para mi bebé.
-Bien, ahora conduciré yo, dijo Rosa tomando las llaves del auto y riendo escandalosamente.
Zoé solamente levantó sus hombros y se echó a reír al verla tan animada.
Llegaron al restaurante “Taboo Bistro” un restaurante bastante lujoso, Zoé miró a Rosa y sonrió.
-Si me hubieses dicho que te gustaba este lugar, te habría invitado antes a almorzar, mamá Rosa, acá pagaré yo, no tu, tu