Capítulo 2

Capítulo 2

Verónica estaba sentada en su escritorio, intentando concentrarse en su trabajo mientras su mente vagaba por pensamientos sobre Christopher. Desde que se habían conocido, se había sentido atraída por él y su presencia en su vida la había ayudado a superar algunos de los obstáculos que enfrentaba después de su divorcio.

Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de una voz familiar. Verónica se giró y se encontró cara a cara con su ex esposo, Pablo.

"¿Qué estás haciendo aquí?", preguntó Verónica en un tono de voz tenso y sorprendido.

"Vine a verte, Verónica. Quería hablar contigo", dijo Pablo en voz baja, tratando de mantener la compostura.

"No tengo nada que hablar contigo. Ya lo hemos hablado todo en el tribunal", respondió Verónica fríamente.

"Lo sé, pero eso fue antes de que me di cuenta de lo mucho que te extraño", dijo Pablo con una sonrisa forzada.

Verónica se puso nerviosa y asustada. Pablo nunca había aparecido en su trabajo antes, y la idea de él persiguiéndola la aterraba.

"No deberías estar aquí, Pablo. Te lo ruego, vete", dijo Verónica en un tono más fuerte y decidido.

Pablo intentó acercarse a ella, pero Verónica se alejó, asustada y temblorosa.

"Verónica, por favor, solo escúchame", rogó Pablo.

"¡No! ¡No quiero escucharte! Tienes que irte ahora mismo", exclamó Verónica, levantándose de su silla y alejándose de él.

La situación se estaba volviendo cada vez más tensa y Verónica sabía que debía hacer algo para protegerse. Miró hacia su oficina contigua y vio a su amigo y compañero de trabajo, David, que la observaba con preocupación.

"David, ¿puedes ayudarme?", preguntó Verónica en voz baja, tratando de no llamar la atención de Pablo.

David asintió y se acercó a ella, tratando de calmarla. "Sí, Verónica. Vamos a llevarte a un lugar seguro", dijo David mientras la llevaba a su oficina.

Una vez allí, Verónica se sentó y comenzó a respirar profundamente para tranquilizarse. David llamó a la seguridad del edificio y pronto llegaron para escoltar a Pablo fuera del edificio.

Verónica se sintió aliviada de que la situación se hubiera resuelto sin mayores incidentes, pero también se sintió muy asustada. No podía creer que su ex esposo había sido lo suficientemente audaz como para aparecer en su lugar de trabajo, y ahora estaba preocupada por lo que podría suceder en el futuro.

Verónica caminó hacia su apartamento, todavía temblando un poco después de la inesperada visita de su ex esposo, Pablo, a su lugar de trabajo. Sabía que no había sido una coincidencia, que él había estado allí para intimidarla y hacerle sentir insegura.

Cuando llegó a casa, la niñera estaba cuidando a Gabriel en la sala de estar. Verónica trató de mantener la compostura mientras hablaba con la niñera, pero su mente estaba distraída por la visita de Pablo. Después de unos minutos de conversación, la niñera se despidió y se fue.

Verónica se acercó a Gabriel, que estaba jugando en el suelo con sus juguetes. Trató de sonreír y parecer normal, pero su corazón todavía latía fuerte por el encuentro con su ex esposo. "¿Cómo estuvo tu día en el colegio, mi amor?", preguntó, tratando de mantener la voz tranquila.

Gabriel levantó la cabeza y la miró con curiosidad. "Bien, mamá", respondió con una sonrisa.

"Mamá, mamá, ¿cómo estuvo tu día?", preguntó emocionado Gabriel.

Verónica lo abrazó y le dio un beso en la frente. "Fue un día un poco difícil, cariño. Pero estoy bien ahora", respondió Verónica con una sonrisa.

Gabriel la miró con sus grandes ojos marrones llenos de curiosidad. "¿Por qué fue difícil tu día, mamá?"

Verónica vaciló antes de responder, tratando de decidir cómo explicar la situación sin preocupar demasiado a su hijo. "Bueno, tuve un problema en el trabajo, pero todo está resuelto ahora. No tienes que preocuparte", dijo Verónica, tratando de tranquilizarlo.

Gabriel asintió con la cabeza, aunque aún parecía un poco preocupado. Verónica lo llevó a la sala de estar y se sentó con él en el sofá. Le preguntó sobre su día en la escuela y escuchó con atención mientras Gabriel  le contaba sus aventuras en la clase de educación física.

Mientras hablaban, Verónica se dio cuenta de lo mucho que valoraba su relación con su hijo. A pesar de todas las dificultades que había enfrentado en los últimos años, Gabriel había sido su mayor apoyo y su razón para seguir adelante.

"Te quiero mucho, cariño. Eres mi sol en días nublados", dijo Verónica con una sonrisa mientras lo abrazaba.

Gabriel la abrazó de vuelta con fuerza. "También te quiero, mamá. Siempre estaré aquí para ti", dijo con una sonrisa.

Verónica se sintió abrumada por la emoción y las lágrimas llenaron sus ojos. Se secó las lágrimas y le dio otro abrazo a Gabriel. "Gracias, cariño. Realmente eres mi todo", dijo Verónica con ternura.

La conversación con su hijo le había recordado que, aunque su vida pudiera ser complicada y estresante, siempre tenía a alguien a quien acudir. Verónica se sintió agradecida por la presencia de su hijo en su vida y sabía que, sin él, todo sería mucho más difícil.

Verónica se sentó en el sofá, sintiéndose agotada y angustiada. "Gabriel, ¿quieres hacer algo juntos? ¿Lees un libro conmigo?".

Gabriel se acercó a ella y se acomodó a su lado en el sofá. Verónica tomó un libro y comenzó a leer en voz alta, tratando de concentrarse en las palabras y olvidar su preocupación.

Pero su mente seguía dando vueltas, y no podía evitar pensar en lo que podría hacer Pablo si se daba cuenta de que estaba sola en casa con su hijo. ¿Qué pasaría si regresaba? Verónica se estremeció ante la idea y trató de empujar esos pensamientos lejos.

Después de un rato, Gabriel se quedó dormido en el regazo de Verónica. Ella lo acunó suavemente, acariciando su cabello y sintiendo una oleada de amor por su hijo. A pesar de todo lo que había pasado, sabía que tenía una razón para seguir adelante: Gabriel.

Verónica permaneció allí por un tiempo más, disfrutando de la tranquilidad y la calma que le brindaba la presencia de su hijo. Sabía que tenía mucho por delante, pero también sabía que era lo suficientemente fuerte para superar cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

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