55| Solos.

Adrián observó cómo su hermana se alisó el vestido de flores que traía y salió hacia la cocina.

— Cierren la puerta antes de irte — dijo como despedida.

Ambos hombres se miraron y entonces el policía se encogió de hombros.

— ¿Y ahora qué?

Adrián se recostó en el mueble. Se sentía cansado, tan agotado. ¿Tendría fuerzas para todo lo que continuaría ahora?

— Mejor descansemos. En un rato hablaré con ella, trataré de convencerla, pero no te prometo nada. Es la mujer más terca que conozco en la vida — se puso de pie, tomó la maleta del policía y lo guio hacia su habitación.

Cuando Adrián entró, sintió nostalgia. Era más pequeña de lo que recordaba, y eso que apenas hacía unos cuantos meses ya no vivía en la casa. Dejó la maleta del policía sobre la cama y sacó algo de ropa de su armario.

— Quédate aquí. Yo iré a la habitación de huéspedes.

La habitación de huéspedes no era más que un cuarto incluso más pequeño, con una cama más dura, pero no le pareció cortés dejar que el policía pa
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