Cómo un huracán, entraba el segundo hermano a la habitación del príncipe
— ¿A quien más podrías temerle si no al salvaje de mi hermano, el que se la pasa todo el tiempo entre los guerreros, que al parecer le gustan demasiado
— ¡Dimitrie, te estás pasando, valoro a cada uno de los guerreros porque gracias a su valentía, la manada está protegida y a salvo, pero no me gustan los machos cómo estás insinuando, ahora sal de aquí, que nadie te ha permitido entrar!
Evelyn, se abrazó a sus piernas, era el mismo lobo que la había echado del castillo
— Yo... quizás debería irme, no soy del agrado del Alfa, siento mucho molestarlo con mi presencia — Evy, trato de levantarse, pero apenas se sentó, un mareo la hizo caer de nuevo en la blanca y cómoda cama
— ¡Estás asustando a mi luna, lárgate o te voy a dar la paliza de tu vida! — gruñó el príncipe, sus ojos brillaban en un azul eléctrico, su lobo Lebran, estaba por salir a atacarlo
— Está bien, está bien, me iré, solo quería saluda