Las palabras de su fría luna, alegraron al Alfa Angelo, ella estaba feliz por qué sería madre, compartían la misma dicha, el lobo se acercó a ella y la levantó en sus brazos
— Soy el Alfa más feliz del mundo, mi luna me dará un cachorro, ahhh.... vamos a ser padres, ¿no es eso maravilloso?
— Por supuesto que lo es, y debemos festejarlo como se debe, ¿Qué tal si salimos a cenar?
— ¿Qué...? yo creí que te referías a subir a la habitación y hacer el amor, hmmm... yo voto por lo segundo
— Angelo, muero de hambre, ya no puedes pensar solamente en nosotros dos, hay un cachorro en mi interior que me está cambiando los hábitos, ¿Quieres mal alimentar a tu lobezno y que nazca desnutrido y feo? los cachorros de tu primer y tercer hermano serán más hermosos que el nuestro
— ¿Qué dijiste? eso jamás, nuestro cachorro será tan bello como Darío y Pierre, apresúrate a alistarte, haré la reservación, de hoy en adelante te cuidaré como ningún otro Alfa ha cuidado de su luna, esto es un mila