Catherine se sobresaltó. “Parece que sabe algo, Señor Costner”.
Tito se quedó callado.
Catherine se rio y dijo: “Mire que tan tonta soy. Teniendo en cuenta que usted pudo subir a este piso y jugar al ajedrez, su identidad debe ser muy diferente a la mía. Debería al menos ser tan poderoso como el primer ministro”.
“No tienes que hacer preguntas”. Titus giró la cabeza y miró a la mujer con un vestido. Su astucia e inteligencia le recordaron a la escena de cuando conoció a Sheryl por primera vez en ese entonces. “Ven y toma asiento. Echa un vistazo a este juego conmigo”.
Catherine se acercó a él con indiferencia.
Estaba bastante familiarizada con el ajedrez.
Sin embargo, Titus parecía haber llegado a una posición muerta en el juego.
“Estaba jugando al ajedrez con alguien hace un momento. Por favor, piensa en una escapatoria para mí. Voy a perder”. Los ojos azules de Titus expresaron una sensación de impotencia. “No soy bueno en este tipo de juego”.
“Si lo ayudo, debería ser recomp