Layla llegó a su casa pasada la una de la madrugada, se encontraba demasiado cansada, su abuela la había arrastrado por toda la ciudad para comprar cosas nuevas para el " hogar " que compartía junto a uno de los desgraciados de los Harper, se tiró sobre el sillón boca arriba, cerró sus ojos un momento y dejó ir un pesado suspiro. Su cabello rubio caía sobre sus hombros y pecho, pronto debía de ir a la peluquería a retocarse el tinte, su color castaño empezaba a asomar por sus raíces y no tenía ganas de que le estuvieran preguntando por su color natural.
Estaba a nada de quedarse dormida sobre el suave y cómodo sillón, el que fuera caro valía totalmente la pena, se sentía como en las nubes pero pronto su burbuja de sueño se rompió, mejor dicho una voz odiosa y bastante conocida la reventó.—¿Dónde estabas?—la rubia abre los ojos, mirando al hombre frente a ella.—Asunto mío. —habla con la voz algo ronca, el sueño comenzaba a afectarle.—Éstas n