—¡¿Que David tiene novia?! –exclamó Stacy, una castaña de ojos café tal vez con exceso de maquillaje en el rostro. Se cruzó de brazos haciendo pucheros y recostándose en el espaldar de su silla. Ella, Gwen y Michaela eran amigas desde que ésta última se vino a vivir a la zona con su hermano. Estudiaban juntas, vivían cerca. Si no hablaban por teléfono, seguro lo hacían por el Facebook. Cada una tenía su historia, y a su manera, se querían.
—¿Acaso no te enteraste? –preguntó Gwen con impaciencia y agitando su melena rojiza y rizada—. La llevó anoche a la fiesta de Maurice.
—¿Entonces esa rubia era su novia? ¿Esa flacucha? Y no sabía que le gustaban rubias.
—No le gustan rubias –contestó Michaela mirándose las uñas—. Le gusta Marissa. De todos modo