Capítulo 3

Bruce

La miraba alejarse, sintiendo como mi mundo se estuviera cayendo. Mi compañera, ¿Cómo podía ser posible?, llevo tantos años vivo, jamás encontré a alguien de mi especie, que lo hubiese encontrado. Más no hay duda que esta hermosa pastorcilla, es mi compañera. Ella sin embargo se muestra molesta y reacia a estar cerca de mí, no sé cómo lograr acercarme, no puedo dejar que se vaya sin más. ¿Qué posibilidades tendría de volver a verla?

—Vaya, te la vas a comer con solo mirarla –dijo Keyla, una amiga de mi especie, que más que un vampiro, hoy parecía una bruja, voltee a verla. Hoy se veía hermosa con su disfraz de bruja, no pensé que le fuese esto de disfrazarse

—No, es lo que crees –dije desanimado, mientras volvía mi vista a la pista de baile, para ver a mi hermosa pastorcilla moverse de manera sugerente y sensual, de seguir así alguien se la comería esta noche, si supiera el riesgo en el que estaba en este local.

—¿No? Y ¿Cómo es? –dijo satíricamente Keyla

—Es mi compañera –dije y le miré para ver su reacción, sus ojos se ampliaron mucho

–¿Estás seguro? –dijo casi en grito. Asentí con desanimo –y ¿Por qué esa cara? Deberías estar feliz, en el tiempo que llevo muerta, nunca había conocido un vampiro emparejado. ¿Qué está mal?

—Al parecer no di una buena impresión, se alejó de mí lo más rápido que pudo, como si estuviese en riesgo de muerte

—¿Y no lo está? –dijo con ironía y una gran sonrisa Keyla

—No conmigo, ella no moriría conmigo. Al ser mi pareja, solo me podría alimentar de ella, ¿ves? No puede estar muerta para cumplir esa función.

—A ver explícamelo más despacio –dijo ella con interés

—Nunca he visto a un vampiro con su pareja; pero si he escuchado las reglas de tener una. La primera de ellas es que una vez que la reclame, como mía, no podre ingerir ninguna sangre que no sea la de ella, ella no morirá, mi sangre la mantendrá inmortal, pero humana, lo que la hace débil, si ella muriese luego de reclamarla, yo moriría de hambre porque igual no podría alimentarme de nadie. Ella sería un arma de doble filo, sería mi vida y mi muerte.

—Guao, eso no lo sabía. Ya veo porque estas así. ¿No sería mejor ignorarla y seguir adelante como si nunca la hubieses visto? –dijo Keyla

—¿Cómo podría? Hasta hace una hora, mi vida era aburrida, con solo su aroma, mi corazón se aceleró, comencé a sentir que volvía a la vida. Ella me hace desear más, quiero tenerla en mis brazos y mostrarle todo lo que por décadas he guardado. Solo olerla me trajo alegría, me saco de esta agonía que llamamos inmortalidad.

—Vaya amigo, sí que te dio mal –dijo mirándome con lastima, luego sus ojos se ampliaron –creo que tienes competencia.

Voltee a la pista, efectivamente tenia competencia. Mi pastorcilla bailaba con los ojos cerrados, mientras desde una esquina un lobo –porque hasta aquí llega su apestoso aroma a pulgas –la veía y se la comía con los ojos. Sin darme tiempo a reaccionar se acercó a ella, la tomó de la cintura y siguió bailando con ella, mi pastorcilla abrió los ojos con sorpresa. Al ver al lobo, le sonrió y siguió bailando en sus brazos. Comencé a gruñir como animal herido. El lobo tomo su rostro entre sus manos y la beso. Todo se volvió rojo para mí, perdí el control.

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