—¿¡Sacas al lobo solo porque quieres liberarte!?—Preguntó irritada, claro que el miedo seguía ahí, pero sentía que el no le haría daño a pesar de estar descontrolado.
—Mía.—Gruñó acercándose a ella, tomándola por desprevenida. De la nada y sin poder detenerlo…sintió unos brazos arropar toda su espalda, apretujándola en el proceso—Mía, solo mía…De nadie más.—Susurró escondiéndose entre su cuello, oliendo y acariciando su piel con la nariz delicadamente.
—Abdel…tranquilo, solo aléjate.—Lo tomó de sus hombros para quitarlo de encima pero este