Aquel doctor tardo exactamente treinta minutos en curar cada una de las heridas que tenía en sus brazos y piernas. No le prestaba mucha atención a lo que el hacía por qué tenía la mirada fija en el hombre que estaba acostado en la cama, todo sudado y lastimoso, hace poco le habían dado el medicamento, solo unas cuantas gotas que necesitaba el hombre. Los doctores estaban a punto de irse cuando ella interrumpió su paso nervioso.
—El frasco.—Demandó ella extendiendo su mano para que depositarán lo que ella esperaba.
—¿Cómo?—Preguntó el más viejo, viendo a su compañero rascándose la cabeza.
—Agradezco que hayan salvado a mi mate y su alpha. Pero el contenido de ese fras