Su rostro se tensó levemente
-No tengo la libertad de decirlo, señorita- Dijo disculpándose, volviendo su atención hacia una joven que le mostró su identificación para que la revisara.
-¿Es la mafia italiana la dueña del club?- Pregunté, pero ya sabía la respuesta.
Se congeló un poco, volviéndose hacia mí
-¿Cómo lo sabes?- Su voz era tensa y nerviosa.