—Guau —dijo Raquel. Su excitación se intensificó aún más.
—Adrián, sin embargo, no se quedó ahí. Estaba a punto de comerse su melocotón cuando Raquel ordenó—: Túmbate.
—¿Qué? —preguntó Adrián.
—Acuéstate, —repitió ella.
Adrián se acomodó y se tendió boca arriba en la cama. Raquel se subió sobre su cuerpo, con las piernas abiertas y Adrián entre ellas. Se movió lentamente hasta que su rosa quedó justo frente a su cara.
El hombre siseó al instante. Raquel sabía que solo una fina tira cubría su sexo, estaba prácticamente desnuda allí abajo.
—Mmm —murmuró Adrián con aprobación. Tiró de la tira hacia abajo y tocó sus suaves labios inferiores. Sopló su aliento caliente sobre su melocotón, haciendo que Raquel temblara.
Sin previo aviso, Adrián hundió su boca en su núcleo y la succionó con impaciencia.
—Dios, Adrián —gimió Raquel. Agarró el cabecero de la cama para apoyarse porque Adrián la había jalado con brusquedad.
Su lengua lamia rápidamente toda su raja. Ocasionalmente, separaba sus lab