Raquel estaba destrozada. ¿Cómo no iba a estarlo? Sentía que le habían robado un mejor amor y una mejor vida.
¿Y si se hubiera enamorado de Adrián en lugar de Bruno? ¿Y si Adrián nunca hubiera tenido un accidente? ¿Y si Bruno no se hubiera atribuido el mérito de haberla salvado?
Después de que Adrián le dijo la verdad, no pudo evitar romper en llanto.
—No puedo... no puedo aceptarlo. ¡Debiste haber sido tú! ¡Debiste haber sido tú! —la voz de Raquel se quebró con el peso de sus emociones, sus manos estaban fuertemente apretadas contra su pecho, y su respiración venía en jadeos irregulares.
—Raquel. —desde su silla de ruedas, Adrián se dejó caer de rodillas para nivelarse con ella. Con cautela sostuvo sus brazos, preguntando—. ¿Dije algo malo?
—¡No! —ella se aferró a su brazo—. ¡Solo estoy tan enojada con Bruno! Nos mintió a ambos.
Sus labios temblaron, y dijo sin vacilación. —Solo siento que debiste haber sido tú, tú y yo, no Bruno.
Tras su respuesta, Adrián la atrajo a su abrazo dicien