2 Hospital

2- Jennifer

Me dolía todo el cuerpo y me costó horrores moverme, parpadear de por sí ya era muy difícil ya no diré moverme.

Cuando logré abrir los ojos una mujer vestida de enfermera se encontraba a mi lado revisando el monitor que pitaba a cada segundo.

—Señora Kessler, no se mueva —asentí y volví a recostarme en la cama, moví mis ojos por todo el lugar y supe que estaba en una hospital.

¡Dios mío! ¿Tuve un accidente?

—¿Puede decirme que me pasó? —me sentía desorientada, todo me daba vueltas.

—Cayó por las escaleras cuando llegaba a su casa y la trajeron a emergencias —me informa acariciando mi mano en solidaridad.

—¿Quién me trajo? —pregunte luego de unos segundos, pensando en cuando Rony me dejó en la entrada y luego todo está en blanco.

—Una mujer que se identificó como Ysabel y Rony un señor algo mayor— revisa y anota más cosas sobre mi estado y me mira compasiva —déjame llamar al médico para que le informe mejor de todo aquello que necesitas.

¿Dónde está Sam?

—Gracias —solo pude decir eso pensando en lo que había pasado— ¿les puede decir a los que me trajeron que pasen?

—Solo uno puede pasar— me advierte y se va, momentos después entró Rony con su gorra de chofer en las manos.

Mi mente se iba aclarando conforme pasaban los minutos.

—Rony, gracias por traerme— le dije desde el fondo de mi corazón.

—Señora, lamento todo lo que pasó… yo no sabía…— le corte, no era necesario esto.

—Nada de esto es tu culpa, solo hay dos culpables aquí, tal vez tres si me cuentan— le dije triste por toda esta situación.

—El señor Kessler me pidió traerla y luego esperar para que volviera a casa— me informa y la rabia se apodera de mí.

—No, Rony iré yo sola y será solo para buscar mis cosas— no importaba cuanto me doliera no iba a volver.

—Pero… el señor— insistió de nuevo— no creo que sea prudente que me vaya, se va a quedar sola.

—Estaré bien— le dije para calmarlo— siempre he estado bien.

—Tome— me entrega mi celular— el señor Sam lo estaba buscando luego de hablar con hablar con la señorita Paulette.

Casi me rio por lo de “señorita” pero me lo ahorré para mí y guardé bajó mi almohada el aparato.

—Gracias, lleva a Ysabel a casa que yo estaré bien— le di una palmadita en la mano y lo aceptó con una pequeña sonrisa.

Ysabel era una mujer del servicio y supongo que Sam tiene que ver con que Rony me trajera aquí. Recuerdos de la madrugada llegaron a mí y lloré en silencio por mi desafortunada vida. Ese imbécil me engañó en nuestra cama.

¿Cómo pude elegir tan mal a mi compañero de vida?

Segundos después de la despedida con Rony llegó un médico acompañado de la misma enfermera.

—Soy el doctor Joseph Kessler y yo fui quién te atendió cuando llegaste, te hicimos muchos estudios mientras estuviste inconsciente y la buena noticia es que no tienen ningún hueso roto, la mala noticia es que debes estar en cama por un tiempo—me sonríe amable. Lo miré un par de veces más a ver si es que estaba viendo mal. Era un hombre alto y apuesto con canas que denotaban su edad, pero lo hacían verse más atractivo, con ojos verdes claros y se adivinaba un buen físico bajo su bata de hospital, mentón cuadraro con una barba de un día, sus palabras penetran en mis oídos y abro los ojos ampliamente.

¿Kessler? ¿era un Kessler?

—¿Su apellido es Kessler? —fue lo que pude preguntar con voz temblorosa.

—Si ¿sucede algo? Se puso pálida— sacó una linterna del bolsillo de su bata y se acercó a mí para revisarme —¿está bien? ¿siente mareo o ganas de vomitar? —simplemente negué.

¡Ay dios! Es familia de Sam, esto no puede ir peor.

—Gracias estoy bien—dije tratando de sonreír de manera amable, pero estaba muy nerviosa— necesito hacer una llamada, no tengo mi celular conmigo.

—Use el mío, vendré por el en un rato — vuelve a sonreírme— señorita… —revisa la carpeta en su mano y voltea a verme— señora… Kessler ¿correcto? —espera una contestación de mi parte y también se ve sorprendido— ¡que coincidencia!

—Sí, doctor… Kessler, pero prefiero el Alderwood— dije en un murmullo apenas audible— ya que voy rumbo al divorcio, no le veo sentido usar ese apellido.

—Lamento oír eso— me dijo mirándome a los ojos tan intenso que me puso un poco nerviosa— o tal vez no— tomé el teléfono que me tendía.

Todos mis huesos se resintieron al moverlos y marqué el número que me sabía de memoria.

—Coraline— dije en cuanto me contestó y rompí a llorar— necesito que vengas, por favor.

—¿Jennifer? ¿Dónde estás? —me pregunta enseguida cuando escuchó que lloraba.

Le di la dirección que me dio la enfermera antes de salir de la habitación con el doctor y dijo que en media hora estaría aquí, seguí llorando mucho tiempo después aun con el celular del médico en la mano.

Mi mejor amiga llegó con un pequeño bolso de mano que dejó en donde pudo y llegó hasta mi cama donde me encontraba tirada con la nariz goteando y los ojos hinchados de tanto llorar, no iba a ganar un concurso de belleza pronto, eso está clarísimo.

—¿Hermosa, que fue lo que te pasó? —me dio un beso en la frente como un padre lo haría con su hija y se veía preocupada— ¿Dónde está Sam?

Le conté lo que descubrí y la sorpresa que quería hacerle, me dejé el alma en contarle todo y ella cada vez estaba más furiosa, donde yo era calma ella era tempestad y siempre nos había funcionado. Muchas veces Sam quería que dejará de verla, pero no podía hacer eso, Coraline es mi amiga desde toda la vida, no la iba alejar de mi vida por nada del mundo.

—Es un idiota— comenzó a caminar de un lado a otro en la pequeña habitación —alguien debería de cortarle el pito ¿ni siquiera vino a ver cómo estabas?

—No quiero que lo haga— le dije rápidamente —me gustaría prohibirle la visita, pero lo hubieras visto, Cora. Sé que no vendrá— lágrimas frescas bañaban mi rostro.

—Tienes razón —me señala sentándose y tomando mi mano después — es mejor que no venga o iré presa, te juro que no me voy a medir— su actitud de chica mala me hizo reír.

—Quiero comenzar con el divorcio cuanto antes— me puse seria.

El doctor venía entrando a la habitación y carraspeo cuando me escuchó hablar y yo me sonrojé hasta la raíz del pelo y bajé mi mirada a mi regazo.

—Debo revisar a la paciente, ya terminaron las visitas— le comenta a mi amiga.

—Ya me voy— levanta las manos en son de paz y yo suelto otra risita— allí te dejé ropa— señala la maleta —tienes todo lo necesario para el aseo, si ellos te permiten o te ayudan a bañarte.

—Gracias, Cora— le agarré las manos y la vi a los ojos— no sé qué haría sin ti.

Mi amiga es una hermosa pelirroja de cabello corto y rizado, con ojos color miel y más o menos de mi estatura, su novio tiene mucha suerte de haberla encontrado, es inteligente y bondadosa, muy alocada, pero así es Coraline y la amo por eso y más.

—No te preocupes por nada, volveré temprano en la mañana— me asegura y beso mi cabeza, luego vio un momento más al doctor y luego se fue.

—¿Estás bien? —pregunta el doctor luego de unos segundos a solas, se acercó despacio a mí como si fuera un ciervo deslumbrado por faros.

—Estoy… bien, mi orgullo y mi cuerpo magullados, pero bien— comenté sintiéndome fatal, mental, física y psicológicamente.

Estaba tan cansada.

—Quiero preguntarte algo, pero no quiero que te ofendas —se sentó justo a mi lado ignorando la silla que estaba a dos pasos de él, no lo juzgué y lo vi a los ojos.

—Sí, puedes preguntar— le concedí nerviosa con las manos en mi regazo.

—¿Eres víctima de violencia domestica? —preguntó viéndome a los ojos.

—No —respondí despacio— mi esposo me engañó, volví antes de un viaje… él— mi voz se quebró de nuevo y una lágrima rodó por mi mejilla.

Él la secó con un pañuelo que sustrajo de su bolsillo.

—¿Porqué estas tan golpeada? Créeme que es algo que se ve más de lo que crees en los hospitales y no tienes por que sentirte avergonzada, puedo ayudarte en todo lo que necesites —fue muy… solidario de su parte, tal vez no era como un Kessler después de todo.

—¿Qué relación tiene usted con la familia Kessler? —fui directa, necesitaba saber si era un enviado de Sam— ¿Sam te envío? ¿fue su madre? Dios sabe que esa vieja bruja me odia.

—¿Sam? —me vio asustado levantándose de la cama— ¿mi hijo Sam?

—¿Hijo? ¿Sam es su hijo? —pregunte totalmente espantada.

—No sé cuantos Sam conoces, pero sí. Al menos ayudé a engendrarlo— me cuenta— y no, no me enviaron ¿Sam te hizo eso?

—No— negué y luego lo pensé bien— ¿o sí? —dije dubitativa —. Es el culpable de que se acueste con mi hermana— me encogí de hombros y le entregué su celular— gracias por eso, por cierto.

—No es nada— lo tomó y lo guardó, comenzó a caminar por la habitación como hace un rato lo hizo Coraline— ¿seguro que no eres víctima de violencia domestica?

—Estoy segura, no creo que pueda demandar a alguien solo porque se acostó con mi hermana, además sé que la demanda no procedería. Así pasa con los Kessler— me di cuenta lo que dije y abrí mis ojos con miedo— lo siento, eso sonó tan mal.

Se encogió de hombros sin darle importancia y se sentó en la silla donde estaba Cora hace unos momentos.

—No es la familia Kessler, es la de mi ex mujer— prácticamente gruño y eso afecto a mi cuerpo— así son los Wilson— resoplo dejando caer su espalda en el soporte de la silla— aprovechándose de todos.

—Ella… no sabía— murmure. Mi suegra aun usa su apellido de casada así que pensé que era una Kessler.

—Sí, no importa cuanto tiempo llevemos divorciados ella sigue haciendo mi vida miserable —me comenta.

Y si, es quien es Eliza. Le rompe las pelotas a cualquiera.

—Ella nunca acepto nuestro matrimonio y ojalá hubiera hecho algo para impedirlo, me arrepiento de haberme casado con alguien tan ruin— dije cerrando los ojos un momento— lamento que sea tu hijo y decirte estas cosas, pero en tres años de casados no conocí a mi suegro, pensé que estabas muerto— dije abriendo los ojos para encontrarme con los suyos.

Sentí como se levantó de la silla y abrí los ojos para mirarlo marcharse.

—Que bueno que no llevo una buena relación con mi hijo, de ser así me hubiera robado a la novia antes de la boda— apagó la luz y cerró la puerta y me dejó allí con la boca abierta de par en par.

¿Qué m****a fue eso?

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