Antón respiraba agitadamente, estaba muy molesto.
—¿Qué fue eso, Ana?
—¿A qué te refieres?
—¿Qué fueron esas sonrisas con Lucas?
—Antón, he tenido suficiente de ti y tu familia el día de hoy, afortunadamente mi tía y Carmen se han quedado en la habitación con nuestros hijos, y si le sonrió a Lucas es porque lo considero un buen amigo, y si no te gusta, pues lo siento, si hubiera querido algo con él lo hubiera elegido, pero no, aquí estoy contigo aguantando tus estúpidos celos.
Ana se dio la vuelta y se alejó de ahí, dejando a Antón furioso y pensativo, por un lado, sabía que era estúpido sentir celos de Lucas, él mismo había estado ahí cuando Ana lo rechazó, pero no podía evitarlo, la amaba demasiado y el solo pensar en perderla lo enloquecía, subió a su habitación a buscarla, no la encontró, pensó que estaría en el cuarto de sus hijos, de pronto la escucho gritar y llorar desconsolada, los gritos se escuchaban en el cuarto de su abuela.
Al entrar la encontró abrazando el cuerpo inert